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El arte de Isabel Cisneros nace del despojo

Manuela Toro, articulista de arte en Esfera Cultural, conversó con Isabel Cisneros sobre su obra. A continuación la entrevista completa

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Conversar con Isabel Cisneros es una dicha, no sólo por su nitidez y agudo sentido del humor, sino también por la transparencia con la que habla de su obra. Desde sus primeros pasos como ceramista, Cisneros le ha dedicado su vida como artista a la investigación y a la creación de piezas con múltiples capas. Aquí hace un recuento sobre su trayectoria con énfasis en los procesos, los materiales y los contenidos de sus trabajos.

M: ¿En qué momento decidiste ser artista?
I: Tendría como 16 años, estaba estudiando música una escuela en La Florida vecina a un instituto de diseño donde daban diseño tridimensional, que incluía talleres de carpintería y cerámica. Tenía curiosidad ya que después de que mi mamá murió, quedaron algunos materiales con los que mis hermanas y yo jugábamos; pinceles, paletas, y entre ellos un torno de cerámica. Siempre tuve la curiosidad de hacer algo con él y finalmente entré en el instituto. Quedé fascinada con la arcilla, con su plasticidad y las posibilidades que me daba. Me metí de lleno de la cerámica e incluso pensé en entrar en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, pero estaba en muy malas condiciones en ese momento. Como no había otro lugar para formarme como ceramista tomé la decisión de estudiar letras y a la par realicé talleres con Cándido Millán. Compasé ambas cosas y aunque en un principio pensé que la carrera no sería profesionalmente útil, después lo fue porque el postgrado me dio herramientas teóricas y conceptuales para mi trabajo. Cuando terminé la universidad me dediqué cien por ciento a montar mi taller de cerámica.

M: ¿Cómo fueron esas primeras obras?
I: Durante una cantidad de años concebí mi trabajo como ceramista siendo utilitaria, produciendo piezas en series y vajillas. Llegó un momento en que me aburrí  por la monotonía y eso lo determinó también la condición física. Cuando trabajas cerámica manejas una tonelada de arcilla mensualmente, estás constantemente levantando peso y eso afecta tu salud. Por otro lado, siempre tuve curiosidad por los sistemas textiles. Mis primeras piezas, después de despegarme del proceso utilitario, fueron tejidas a partir de módulos cerámicos. Esto me permitía aumentar el tamaño de la obra. Pude introducir tres factores que para mí eran fundamentales: el formato, la opacidad y la rigidez. Había también la introducción de la luz, como una sensación de rejilla que me llamaba la atención. Eso viene acompañado de la realidad-país que nos empezó a cobijar a todos. Las imágenes de las primeras marchas que se hicieron en cerca del 2000, la idea de lograr una fuerza muy grande con una sumatoria de cosas muy chiquitas, inspiró mi trabajo.

M: Pero seguías ahondando…
I: Paralelo a eso, yo hacía una investigación biológica porque quería desarrollar unas formas que tuvieran un soporte parecido al de cierto tipo de insectos (…) Mantuve una cucaracha en un frasco durante muchos meses y ver cómo se mantenía y cómo se desarrollaba, me motivó a investigar sobre todas las condiciones y procesos de adaptación que han tenido a lo largo de su historia. Eso alimentó la idea de la unión de muchos múltiples con otras ideas como persistencia, adaptabilidad, resistencia, flexibilidad, como mecanismos de sobrevivencia.

Draco (2006) Isabel Cisneros
Draco (2006) Isabel Cisneros

M: La flexibilidad es una de las cosas más visibles en tu obra, cómo moldear estos objetos, como pueden transformarse de una cosa a otra…
I: Era la flexibilidad, la adaptación y, por otro lado, también algo práctico a la hora de tener que embalar. Cuando empecé a trabajar con estos módulos cerámicos tuve que pensar en otros materiales porque yo no podía amarrar arcilla contra arcilla porque se rompían. Entonces tenía que colocar entre pieza y pieza algún separador. Empecé a trabajar con cuentas de vidrio porque es un material bastante afín a la cerámica, a averiguar sobre plásticos, mangueras, tubitos, arandelitas, y se me abrió la posibilidad de ‘curucutear’ con otros materiales.

M: Desde el punto de vista de la restauración su obra es muy interesante gracias al uso de materiales nuevos, algo que ocurre con muchos artistas latinoamericanos que han acudido a materiales industriales o simplemente han cambiado de soporte porque algo ya no está disponible en el mercado. ¿Has encontrado algo que no te sirva para trabajar?
I: Sí, claro. El primer problema que tuve en el caso de las piezas tejidas en arcilla fue el hilo. Empecé a probar con distintos tipos de nylon, conseguí unos encerados y más flexibles pero todos, tarde o temprano, cedían. La arcilla, además de ser áspera, tiene el problema del peso. Logré dar por fin con unas guayas plastificadas (…)Buena parte del desarrollo de esas piezas eran juegos sobre variables que yo podía introducir cuando diseñaba el módulo de arcilla, eso intervenía en la manera en cómo la entretejía y, obviamente, en el resultado de la pieza. Ese fue un juego prácticamente infinito, en donde yo tenía todo el mundo en mis manos. Un día, dentro de un módulo en el que estaba trabajando, le abrí dos huecos, y alguien me dijo: “Tú sí eres boba, estás haciendo botones”.

United colors (2007) Isabel Cisneros
United colors (2007) Isabel Cisneros

M: ¡Los botones!
I: Una vez se habían caído dos cajas llenas de botones al piso de una mercería y los compré. Me puse a jugar con eso y fue una sorpresa agradabilísima. Ya tenía el módulo hecho, entonces reduje el tiempo de trabajo a la mitad, pero también otras cualidades que fueron muy enriquecedoras. La primera, que eran irrompibles; la segunda, eran livianos; la tercera, que no necesitaba colocar un separador a menos de que me interesara por un asunto formal y por último, el color. Las combinaciones de colores que hay en mis obras las hago a partir de los materiales que encuentro. Es muy raro que yo diseñe una pieza y vaya a comprar el material expresamente para hacerla. Normalmente adquiero primero el material y de allí estructuro la pieza […] Te vas poniendo restricciones y a medida que tienes más restricciones profundizas más en la solución.

M: Es algo que también te permite trabajar en la situación actual del país…
I: Siempre digo que me pasé a la mercería por un asunto de color y de plástico, pero la elección que hice tiene un componente feminista. Los ferreteros son muy machistas y por más que uno iba con toda la precisión a pedir tantas tuercas de tal medida, ellos me cuestionaban. En la mercería el trato es diferente, la fantasía es otra. Se me presentó una oportunidad para comprar en el remate de una mercería y ahí me di cuenta de lo que necesitaba. Dije ‘yo quiero empezar a trabajar así, a partir de esto que tengo’. Desde entonces busco encontrar muchas cantidades de material que nadie esté utilizando, para yo darle otra lectura y otra resemantización en una obra de arte.

M: ¿Hay en eso un elemento de nostalgia?
I: Sí. Buena parte de los materiales con los que trabajo, no sé si es por condiciones de país o si termina siendo un poco mi búsqueda, son cosas que tienen diez o veinte años dando tumbos por ahí. Estoy trabajando con despojos. Eso, además, me permite saber cómo se van a dañar, en términos de conservación.

M: Cosa muy útil…
I: ¡Claro! una de las cosas con las que me tuve que enfrentar es que ciertos botones plásticos antiguos son muy ácidos y se ponen pegajosos. También tienes que saber cómo va a envejecer ese material, obviamente hay algunos que no lo puedo predecir en este momento, pero hay otros que descarto de antemano.

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Entre tantos materiales, Isabel llegó a los libros y se propuso hacer arte con ellos. Procura que estén cosidos en cuadernillo, que se puedan desarmar sin romperse y desprender sin que se destruya el papel. “Empecé a desarmar libros y a trabajar con los lomos de los libros, de los que me valía para hacer una especie de nido de abeja”, comenta la artista y explica que con las perforaciones de los cuadernos hacía bordados, montaba patrones, rejillas para entretejer y de ahí “ilustrar, literalmente, el papel con bordado”.  

M: ¿El contenido del libro importa?
I: Sí, de hecho los títulos [de las obras] tienen que ver con el contenido de los libros. Te pongo un ejemplo: una vez me encontré con un libro que era algo así como un manual de autoayuda de los años cincuenta. El libro se llama El ministerio de la suprema felicidad, recientemente habían creado un viceministerio aquí con ese nombre. También hubo un libro de lectura que me llamó mucho la atención. Se imprimió en Venezuela en los años ochenta, de primero o segundo grado, y tenía unas ilustraciones muy bellas, textos donde se hablaba de la democracia, de la agricultura, de los derechos ciudadanos… entonces yo iba a agarrando cada una de esas páginas y las iba ilustrando.

M: Hay algo muy femenino en tu obra
I: Ahorita estoy haciendo un trabajo sobre patrones de costura que estaban encartados en revistas. Esa idea viene como de mil ochocientos. Lo que más me emociona es poder imaginar cómo una mujer se puede independizar […] es muy loco, porque en el fondo es lo que puede ser un desfile de modas o una Barbie para una niñita, al ver la fotico y tener el patrón del vestido, decir ‘yo quiero ser así, yo me quiero ver así’, y te lo haces. […] Es sencillamente cómo  engordar la autoestima. La coquetería posible, la coquetería a la mano, la coquetería democrática, para todo el mundo, eso me encanta.

M: Uno de los temas de debate sobre la relación entre las mujeres y el arte tiene que ver con su desempeño en las “artes menores”, como tejer. En tu obra se resalta de una manera muy bonita, sin ser el típico eslogan feminista.
I: En muchos momentos de mi vida tuve esa reflexión, entre artesanía, arte-oficio. Siempre dije que era doblemente artesana, porque yo era una ceramista que tejía, que hacía como doble énfasis en el asunto. De hecho ahorita cuando estoy haciendo estos ejercicios sobre los patrones, cómo llevar eso de oficio, que es una actividad que me encanta, que me atrapa, que además me parece tan terapéutica, infinita; y cómo poner eso en el trabajo y esa necesidad que yo tengo de estar haciendo perolitos todo el tiempo en la obra.

M: ¿Es una necesidad personal, o puede tener que ver con la feminidad?
I: Son las dos. Siempre lo digo, hay una re conexión con tratar de hurgar en mi historia. Yo no tuve mamá, yo no tuve tías, y tuve una sola abuela. Esa abuela era la que tejía y la que cosía. Entonces, aunque nunca me enseñó, la verdad que ella falleció estando yo bastante pequeña, es como el hilo que pretendo seguir.

M: ¿De haber sido diferente tu entorno familiar, habrías sido artista?
I: El medio es fundamental. Si no, tienes que tener una vocación demasiado marcada y tienes que navegar como un barco con las aguas en contra. Pero, en mi caso, la verdad es que nadie nunca me cuestionó. Me respetaron y en eso me considero muy afortunada. Tal vez donde tuve dificultades fue en el proceso formativo, por las condiciones y porque no había una escuela de artes plásticas que estuviera sedimentada, la Reverón tiene muy pocos años.

Hortensia (2009) Isabel Cisneros
Hortensia (2009) Isabel Cisneros

M: ¿Has sentido alguna dificultad o minusvalía en el mundo del arte por ser latinoamericana?
I: Por ser venezolana, sí. Siento que hubo un retroceso y una falta de apoyo a la cultura. Eso hizo que aquí en Venezuela exista una generación importante de artistas que no hemos tenido ni el más mínimo apoyo de los museos, para investigaciones, para financiamiento de obras o para la proyección internacional con la cual representaríamos al país.Todo nos los hemos tenido que sudar nosotros, además de trabajar para poder mostrar las obras, valiéndonos de galerías privadas. Hay muchos proyectos que no puedes mostrar porque no son comerciales. Yo tuve suerte porque me mantuve en un espacio que se ha mantenido, el Salón de las Artes de Fuego de la Universidad de Carabobo. De resto, en los salones una vez te ganas el premio no puedes seguir participando. Además, el discurso es muy sesgado y seguro te van a limitar la entrada por ser combativo o tener una posición diferente.

M: Estando afuera, me cuesta mucho conseguir información sobre lo que está pasando en el medio…
I: Me sorprende la cantidad de cosas que, a pesar de todo, se están haciendo. Me da mucha fuerza y me levanta el ánimo este movimiento de resistencia y cómo ha ido madurando. La cantidad de editoriales chiquitas es inmensa y siguen publicando. Yo trato de ir a la mayoría de las exposiciones e inauguraciones. He tenido la suerte de contar con unos panas muy valientes y generosos, entonces vivimos pasándonos materiales en esa suerte de reciclaje entre nosotros mismos. Se hace mucho más de lo que el pesimismo de uno permite y no me puedo quejar, el año pasado tuve dos individuales, para este año tengo planificadas otras, es además lo único que me mantiene despierta.