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“Baño de Damas” o lo que oculta la frivolidad

Con la dirección de Aníbal Grunn y las actuaciones estelares de Aura Rivas y Francis Rueda la Compañía Nacional versiona la exitosa pieza de Rodolfo Santana

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Aníbal Grunn transforma el teatro Alberto de Paz y Mateos en el escenario para el más reciente montaje de la Compañía Nacional de Teatro, que en esta oportunidad trae a escena Baño de Damas (1984) de Rodolfo Santana. El elenco compuesto por las primeras actrices Aura Rivas, Francis Rueda, Verónica Arellano, acompañadas por Livia Méndez, María Brito, Dora Farías, Citlalli Godoy, Marxlenin Cipriani, Cala Fuenmayor y el actor Jean Manuel Pérez. Ellos son los que dan vida a esta comedia de Santana, cuya temporada finaliza el 22 de Abril, las funciones son de viernes a domingo a las 4 de la tarde.

El dispositivo escénico está organizado en función de la presencia de unos telones pintados que dan una profundidad de perspectiva triangular a la escena. Mi mayor sorpresa fue reconocer en aquellas telas pintadas con representaciones de mujeres envestidas como musas y diosas, el rostro de la maestra María Teresa Haiek, actriz de importante trayectoria recientemente fallecida. Me resultó un hermoso y conmovedor homenaje para quien dedicó su vida al teatro venezolano y a la formación de jóvenes actores en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo.

El baño de damas es un espacio concebido desde una perspectiva que recuerda el concepto arquitectónico de los baños de los grandes complejos hoteleros que se desarrollaron en el país durante la democracia. Sillones modulares de vivos colores, frente a los espejos colgantes crean una atmósfera magnífica pero inverosímil frente a la realidad del baño de damas.

En este espacio la primera actriz Aura Rivas interpreta a Carmen Antonia, la señora de mantenimiento. Ella abre el espectáculo exponiendo el drama de su vida, un marido borracho e insoportable que le hace pasar incontables vergüenzas pero al que ella quiere y por eso le soporta todo. Lo interesante viene dado por la relación que ella establece con cada uno de los personajes que llegan al baño; ella está allí como testigo de cada conversación en la que a gusto interviene o no, pero que en todo caso la convierten en un personaje que de ser periferia se torna en centro. Esto es un rasgo esencial de la dramaturgia de Rodolfo Santana, la presentación de personajes marginales y marginados que se insertan en una realidad que, aparentemente, es distinta a la suya y a la cual, en muchos casos, le dan un matiz peculiar con su presencia.

Esta pieza que se considera una comedia, si se quiere, frívola, está atravesada por dos líneas temáticas que se disgregan en varios asuntos interesantes: la violencia de género y el aborto. Ambos tópicos son demasiado serios para una comedia. Tal vez, el problema se deriva de que estos dos contenidos, a pesar de la fuerza escénica que pueden adquirir, son presentados por el autor de modo superficial porque el género en el que se encuentran insertos no le da un amplio margen de acción para su desarrollo dramático.

Estas mujeres que se congregan en el baño de damas, son de distintas clases sociales, edades, orientaciones sexuales, incluso está el señor Rolando, que también forma parte de este particular grupo de féminas. En el texto de Santana son más, pero la propuesta de Grunn reduce el número de personajes en escena, y en este caso, es un acierto de parte del director porque le da precisión y buen ritmo a la acción.

Francis Rueda, notable actriz venezolana dirigida por Aníbal Grunn

El baño de damas en la realidad no es así, se escuchan conversaciones de múltiples matices y tonos pero fugaces como la espuma. La estancia en el tocador no responde a lo planteado por el autor, quien expone un universo casi fantástico de lo que, supone, es un baño de mujeres. Hay un asunto o dos que me resultaron interesantes, la maestra interpretada por la primera actriz Francis Rueda, dice que está cansada de formar hombres para que se conviertan en marginales pedantes que pasen de ser  ingenieros a taxistas.  En los años ochenta, cuando esta pieza fue escrita no parecía ser una realidad tan marcada o determinante como lo es en este momento. Esta frase, junto a la problemática del aborto le dan vigencia dramática al conflicto de la pieza y, con ello, pertinencia escénica porque dialoga con el espectador en torno a temas que están en la palestra: la legalización del aborto y la fuga de talentos, que se van del país a buscarse la vida de cualquier modo, porque lo que vivimos no es ni remotamente digno.

Tal vez sin quererlo o sí, la Compañía Nacional de Teatro pone un giro crítico e inesperado en este momento histórico, la aparente frivolidad de ese patético lugar para desahogarse constituye el espacio para la denuncia, para al menos, hacer inflexión en torno a lo que les resulta inconveniente a quienes ocupan espacios del poder y que han convertido “los curules del hemiciclo en una casa de citas”, expresado de ese modo por el autor.

Rodolfo Santana autor de ” Baño de Damas”

Rodolfo Santana siempre fue un autor combativo de reconocida militancia política vinculada con los sectores de la izquierda. Su dramaturgia exhibe una inconformidad con el mundo en el que vive y por ello crea estos universos en los que la existencia al margen es el centro. Incluso se arriesgó a inventar lenguajes para decir lo indecible y gestar una apuesta por la renovación discursiva en la dramaturgia venezolana. Un autor importante, poco estudiado, poco montado en los últimos años y este esfuerzo de la Compañía Nacional es un impulso para una dramaturgia importante y necesaria. Estamos conscientes de que  Baño de Damas no es, ni por error, su obra cumbre pero sí la que le dio un espacio en los escenarios comerciales y le dio cabida frente a un público distinto al habitual para un teatro como el suyo.

Fotos cortesía del diario Últimas Noticias