Beto Gutiérrez : noche americana
No hay aspecto técnico o metafórico fuera de foco en el artículo de Yuri Liscano sobre la muestra " noche americana" de Beto Gutiérrez quién explora su intimidad o entorno y los refleja con mayor o menor luminosidad.

Estoy solo y no hay nadie en el espejo
Jorge Luis Borges
Con la curaduría y texto de Juan Peraza Guerrero (investigador y docente venezolano residenciado en Buenos Aires, Argentina) la exposición número 73, “noche americana” de Beto Gutiérrez (Caracas, 1978 – vive y trabaja en B.A., Argentina, desde el 2011), actualmente en Carmen Araujo Arte Las Mercedes, está conformada por tres grupos de trabajo que apuntan a una autoexploración personal, a hechos recientes ocurridos en Venezuela, a su vida como emigrante, relacionados entre sí por la idea de luz y la ausencia de ésta.
El cuerpo, el retrato, el paisaje, la identidad son conceptos presentes en la obra de Beto Gutiérrez. Disertar sobre sus trabajos, es acercarse a algunos hechos autobiográficos (no visibles) y familiares propios del autor (posibles de inferir), que pueden ser leídos desde distintas perspectivas, van desde lo personal hasta temas universales con los que crea su discurso visual.

La serie Noche americana (2019), que le da título a la muestra, son un conjunto de imágenes muy oscuras, casi negras, muy cerca de la inexistencia de luz. La misma surge en un momento de meditación, de trabajo interior y emocional del autor. Se trata de vistas de Caracas, que el autor conserva en sus archivos, a las cuales le dio un nuevo tratamiento.
Venezuela desde hace unos años es noticia en todo el mundo (conocidas razones que no son motivo de estas líneas). Para los venezolanos, dentro y fuera del país –como es el caso del artista–, los apagones ocurridos a nivel nacional, marcaron un escalón en la crisis política, económica y social del país. Para los que lo padecieron, es ineludible al ver estas imágenes, recordar lo vivido durante esos días de penumbra. Desde fuera de nuestras fronteras, las noticias cobran otro dramatismo. En tal sentido, el artista, hizo una versión digital de la técnica Day for nigth, utilizada en cine para crear un efecto nocturno, en filmaciones realizadas durante el día, mediante el uso de un filtro azul y la sub-exposición de la película, que aprendió mientras cursaba estudios de Dirección de Fotografía para cine en el Centro de Formación Profesional del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina.

Otras de las obras que se exhiben son: La familia y Fotofobia (ambas 2010), son los dos últimos ensayos autorales realizados en Caracas antes de residenciarse en Argentina. La primera, es incorporada a la exposición por su condición instalativa y eléctrica, para problematizar el tema energético que, entre otras cosas, dificulta la comunicación familiar desde el extranjero, le quiero prestar especial atención.
Gutiérrez describe dicha obra como un registro metódico del reverso de los portarretratos de mis parientes me permite cuestionar en clave metafórica la familia y el retrato familiar como formatos tradicionalmente establecidos, enfocándome en el andamiaje oculto que frágilmente los sostienen. Las imágenes cuyas espaldas aquí expongo, impresas en mi memoria, son mis más tempranas aproximaciones a la fotografía y posibles detonantes de posteriores intereses profesionales. También fueron causa de angustia al reconocer que yo no encajaría en el relato que con autoridad imponen… además plantea una reflexión sobre dos elementos constitutivos de la operación fotográfica: el tiempo y el soporte. En una sesión de apenas unas horas, comprimo en unos cuantos archivos de información digital los documentos analógicos que registran y materializan más de 50 años, tres generaciones, de historia familiar. Los cambios no solo suceden en la vida de quienes conforman la familia, sino también en las tecnologías con las que construyen y reproducen el sustrato mitológico que comparten.

La instalación combina lo objetual –portarretrato digital– con lo fotográfico. Dicho dispositivo, muestra imágenes en secuencia, de otros portarretratos familiares que se suceden unos a otros, de distintos tamaños y tipos. Es presentado sobre una repisa, mirando hacia la pared, donde se encuentra un espejo. Lo que vemos son los reversos vacíos, en ellos no hay retratos de sus familiares. Exhibida por primera vez en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo “La pantalla y el marco” (Mérida, Venezuela – Universidad de Los Andes, 2010), organizada y curada por el artista, poeta y programador Yucef Merhi (Caracas, 1977 – residenciado en Nueva York, EEUU) y luego convertida en una maqueta para fotolibro, en el que participaron la diseñadora Teresa Mulet y la investigadora Sagrario Berti, puesto en concurso de CdF Ediciones, del Centro de Fotografía de Montevideo, Uruguay.

El espejo es luz y es sombra, es un recurso utilizado en múltiples ocasiones por artistas durante la historia del arte. La imagen que devuelve el espejo, es una representación fiel y a la vez es solo apariencia. Es igual, pero invertida, es una analogía, una metáfora de revés y desdoblamiento familiar. Es de carácter ambivalente, posee múltiples significados ya que a través de él es posible reconocerse, –en tanto aspecto físico–, pero también es la máscara que oculta la certeza, y al mismo tiempo muestra la complejidad de lo aparente, de lo oculto y de sus infinitas posibilidades. Gutiérrez, crea un juego de símbolos que permiten aproximarse a un hecho real mimético, en un lenguaje visual. De manera inmediata transforma, los portarretratos, en un espejismo fugaz.
Finalmente ¿qué nos revela el reflejo? nos muestra la puesta en escena de la sala de exposiciones, ya no es la instalación, sino la realidad que lo circunda, una imagen incorpórea que devela lo intangible, consigue un efecto tridimensional, una profundidad visual y de contenido.

Seguidamente, Fotofobia, dos retratos frontales contra un fondo blanco que los hace levitar. Simples, pero profundamente psicológicos, en los que captura rasgos inesperados. Un hombre y una mujer albinos, capturados intencionalmente con los ojos cerrados, lo que enfatiza y señala su dificultad ante la luminosidad. Por una parte, utiliza el retrato, uno de los géneros de mayor interés en la trayectoria de Gutiérrez, con lo que logra simbolizar la autenticidad del ser humano y su imago. Y por otra parte, una reflexión e interés hacia la luz, una manera de tratar con otros, de establecer conexiones con minorías como iguales, sin prejuicios y de alto valor estético, dejando de un lado aquello que minimiza, por ser contrario al canon.
La exposición gira en torno a la luminosidad. Trata temas que se vinculan entre sí, como la migración, la identidad, el cuerpo y el paisaje, relacionados por la luz o la oscuridad. En la manera de cómo –el ojo– es capaz de distinguir los colores o su falta, con la intensión de visibilizar lo oculto y ver más allá de lo aparente.
En Noche americana, la pupila se dilata, la oscuridad oculta a la ciudad. En La familia, el silencio visual es marcado por la ausencia de retratos. Ambas son de una profunda melancolía absorta, tienen otro nivel de lectura mucho más complejo, se añade una dimensión entre lo virtual y lo real. El espejo de la instalación es un silencioso testigo de lo que se asoma en él. Mientras que en Fotofobia el exceso de luz es enceguecedor, destaca lo oculto y en el ojo se da un proceso de contracción.
Desde la distancia geográfica, a partir de revisión de sus archivos fotográficos, se retrata la crisis que vive el país, como un sentimiento por mostrar lo que acontece. Se aleja del tradicional documentalismo para crear su propia versión conceptual, con un planteamiento estético y autoral.
Las obras exhibidas transforman lo visto. Su planteamiento nos sitúa en un plano de realidad intermedio, es decir, reconocemos lo que vemos y nos deja a la imaginación su contenido. Las imágenes ya no contienen la ciudad, a un familiar o a un amigo, sino una diferente. Gutiérrez, es un gran retratista, que deja todo “claro” con esta exposición cargada de claves. Parafraseando al filósofo Jaques Derrida, hay que “mirar la luz para ver la oscuridad”
La exposición se puede visitar hasta el 21 de septiembre, de martes a viernes 9 am a 5 pm y sábados de 10 am a 4 pm. en la Galería Carmen Araujo Arte, Calle California con avenida Jalisco, edificio San Carlos, piso 2, apartamento 5, Las Mercedes.
Galería de fotos de Beto Gutiérrez y Yuri Liscano