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Blanca Navidad derritió la desesperanza con ternura y música  

La fraternidad significa cuidar a la otra persona, en Blanca Navidad dos hermanas hacen un emotivo y revelador viaje hacia el Polo Norte para recuperar la felicidad en sus vidas

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Un grupo de niños que comienzan desde muy pequeños en el mundo de las artes, de la expresión corporal, de perder la pena frente a una audiencia y dejarse llevar por la dirección de alguien más, se presentó en la obra Blanca Navidad de la academia Expresarte VU bajo la dirección de Shirley Calderín

Estrella, al inicio de Blanca Navidad. Por Ezequiel Carias

“Fue un sueño mío dirigir y crear algo porque las navidades ya no son las mismas de antes y tenemos que recuperar eso, esa hermandad e ilusión. Creo que este fue mi aporte para que todo el mundo vuelva a creer y soñar” apuntó Calderín.

El humo en el escenario, símbolo de que algo emocionante va a pasar, marcó el inicio de la pieza.

Una niña aparece en escena, su nombre es Blanca y viste un traje rojo con pantuflas. Juega con sus muñecos en la sala de su casa, es víspera de Navidad. Se encuentra feliz porque sabe, porque entiende, el valor que tiene este festejo. De repente su hermana mayor, Estrella, entra y lanza esos juguetes al piso. Destruye aquello donde su hermana proyectaba sus emociones. Blanca lo siente, pero no se deja llevar por lo negativo y entonces decide darle a su hermana el mejor regalo posible: la esperanza.

Ocurre un cambio de luces y otros actores entran a escena, se trata de los muñecos que han cobrado vida. Un soldado, una bailarina y una muñeca de trapo adquieren personalidades propias y acompañan a las niñas en un viaje hacia el Polo Norte.

Parece ser que la hermana mayor representa lo que somos los adultos: seres que dejan de ver el encanto y la magia de las cosas para encontrarle un sentido lógico, razones y explicaciones. ¿Qué pasa cuando la magia vuelve? Eso, precisamente, quiere transmitirle Blanca a Estrella y en ese mismo sentido, una frase se repite, en voz de varios personajes, durante la obra “si lo crees, lo creas”.

Tres hadas se unen al elenco, llevan trajes coloridos y unos zapatos peculiares. La escarcha, los colores y el diseño del vestuario hacen de estos personajes seres mágicos. En esta escena la música cambia  totalmente y traslada al espectador a otra época porque se remonta a los años 40’s; el tema navideño es momentáneamente suplantado por el Tap. Luego un grupo de duendes borra las asperezas del corazón y derrite los humores helados del público con canciones tradicionales, son niños tiernos y joviales cuyas edades comienzan con el número cinco.

Los duendes cantan. Por Ezequiel Carias

La obra sigue con más encuentros  con seres especiales hasta que llegan al taller de Santa; ahí ,un talentoso duende, Olvido, retrasa el encuentro de las hermanas con el barbudo vestido de rojo. Pese a tantas dificultades, ellas logran su objetivo.

La audiencia calla en los momentos de tensión, ríe con las ocurrencias de los actores y aplaude y canta al ritmo de las canciones navideñas que son interpretadas por el grupo. En la obra hay armonía entre los bailes,la música y las actuaciones de los chicos hasta el final de la obra; y no sólo Estrella recupera la esperanza, una vez afuera de la sala, los espectadores también mostraron mejor talante del que tenían cuando entraron.

Sobre el proceso de montaje, la directora Shirley Calderín explicó que el libreto y la parte técnica estuvieron listos en julio mientras que la preparación de los jóvenes comenzó a mediados de septiembre. Sobre ellos comentó “son niños muy talentosos, aplicados y determinados a hacerlo todo bien, siempre. Cada día de ensayo y de presentación fue distinto; son niños con mucha energía, se dispersan rápido y por eso hay que darle la vuelta para que se enamoren de lo que están haciendo. Cuando se enamoran, hacen todo mucho mejor y eso se nota en las tablas”.

Viaje hacia el Polo Norte. Por Ezequiel Carias

“Desde muy chiquitos comienzan en la academia y los incorporamos en la obra, por ejemplo hay un par de niños de tres años de edad, que aparecen en algunas escenas. Queremos que se familiaricen con el escenario, las luces y el público” expresó la directora  y agregó  “Los niños son solidarios entre ellos y cuando uno se da cuenta que el otro  se pierde, entonces lo ayuda a recuperar el ritmo. Todo espontáneamente  y si  no  conoces el guión, no te das cuenta de los cambios; los niños son espectaculares”.

Para una de las hadas, interpretada por la bailarina de Tap Samira Rivas, la experiencia resultó “muy bonita” porque “la Navidad en sí te envuelve, pero cuando tú eres quien debe involucrar a la audiencia, es aún más especial. Además, tenemos un contexto que no está bien, y por eso  hay que hacer todo ésto con más ganas y cariño. La obra trae un poco de magia a nuestras vidas”.

La época decembrina siempre está cargada de obras que muestran la esencia de estas celebraciones ; recuperar la humanidad de las personas. En Blanca Navidad esta intención estuvo bajo el cuidado de unos niños y jóvenes quienes demostraron, gracias a su innato talento , que es posible volver a creer en la magia.