Edgar Guinand: El arte es como la ciencia, tiene que avanzar
"Si una sociedad no tiene estabilidad no puede producir”, dice el escultor que ganó el premio Armando Reverón en 2016

“El verdadero artista trasciende. Es el que ha logrado establecer un concepto, una idea, una propuesta distinta a lo que se ha hecho hasta ese momento. El arte es como la ciencia, tiene que avanzar”, dice Edgar Guinand mientras intenta esclarecer por qué esta generación poco ha innovado en el arte. Se angustia un poco cuando lo dice, porque exponentes de la talla de Cruz-Diez o Soto parecieran no tener relevo.
Guinand es una voz importante en las artes plásticas. Lo es porque con solo 22 años tenía sobre sus hombros el peso de ser el más joven en obtener un premio nacional en Venezuela. Lo hizo en su especialidad, la escultura, en el año 1965. En 2016 recibió el premio Armando Reverón que otorga la Asociación Venezolana de Artistas Plásticos, en reconocimiento a su trayectoria. Hoy día sigue creando, pero no deja de ser crítico con lo que ocurre a su alrededor.
“Es un problema de comprensión. Si tú no comprendes, terminas cayendo lo mismo. En la actualidad sucede que no hay un concepto propio, no hay el desarrollo de una idea, de una proposición. Lo que hacen los artistas, sin saber o sin querer, es versionar algo que ya se hizo y eso no es arte”, asegura el escultor. En su opinión el arte no difiere de la ciencia en el sentido que solo puede avanzar. “Cuando haces un movimiento no puedes ir hacia atrás. Por ejemplo, es como si alguien dijera hoy que es impresionista. Eso no puede ser arte, porque los impresionistas respondían a una sociedad, a un tiempo, a una filosofía, a una manera de pensar del hombre, de ver y de actuar”, señala.
Es por ello que no escatima al decir que el arte nace y muere. “(El arte) es una idea concebida por un hombre que posteriormente la hace madurar, evolucionar y trascender pero llega hasta allí. Muere. Eso no quiere decir que desaparece, sino que queda como testimonio de una sociedad, de un tiempo y abre paso a otro”, indica.
Del arte precolombino al constructivismo
Ya en primaria, el pequeño Edgar Guinand modelaba arcilla en las mesas del colegio República del Ecuador. Fascinado por la tridimensionalidad de sus diseños, desestimó la pintura o cualquier otra forma de expresión artística y, durante su paso por la Escuela de Arte Cristóbal Rojas de Caracas, lo reafirmó. Unió su admiración por los exponentes de la época, escultores ingleses como Henry Moore o Daniel Chadwick, y su curiosidad por el arte precolombino, para lograr un área de estudio que le permitiera desarrollarse en el campo.

“En ese entonces estuve haciendo fundición en bronce, aluminio, e inclusive inventamos algunas tecnologías y métodos nuevos porque teníamos siempre esa inquietud, aprovechar los recursos contemporáneos, la tecnología que podía existir en ese momento, para optimizarla y ver como evolucionaba”, explica.
Aún cursando estudios en la Cristóbal Rojas, en 1962, Miguel Arroyo lo citó a exponer en el Museo de Bellas Artes junto con Alex Henríquez, Gilberto Martínez y Carlos Prada. La muestra fue todo un éxito y llamó la atención de la Fundación Neumann. Poco tiempo después, Clara Diament Sujo, junto a la organización, trajeron al famoso escultor inglés Keneth Armitage al país, para trabajar al lado de los jóvenes escultores dentro de un taller. La experiencia, dice Guinand, fue de gran aprendizaje.
Otra importante muestra en el Museo de Bellas Artes resultó de la experiencia junto a Armitage (1964) y de allí se abrió una nueva oportunidad para Guinand. Con el apoyo de Alejandro Otero, el escultor viajó a la Bienal de París (1965) en representación de Venezuela y durante un par de años asistió a gran parte de los museos de Europa, así como los talleres de diversos artistas. En esa época el cinetismo estaba en pleno nacimiento y su gran exponente, Carlos Cruz-Diez, aprovechaba para enseñarle al joven Guinand sobre su génesis.

“Él había sido mi profesor de paisaje, me recibió en París y termina siendo mi gran amigo, mi maestro y mi compadre. Su experiencia había sido bastante grande en relación con la mía (…) yo observaba lo que hacía, indudablemente estaba inmerso en esa situación, mas no me consideraba cinético. Fui receptivo y claro, me influenció, pero no es lo que hago”, indica. De allí en adelante su obra dio un vuelco enorme.
Guinand estableció su propio lenguaje, con ideas y conceptos propios, que perfeccionó a lo largo de los años. Se enmarcó dentro del constructivmos, dentro del arte geométrico.
El ojo y el volumen
“En esa época yo me propuse trabajar con el espacio, con el tiempo, con la evolución. Me di cuenta de algo que sucedía pero había sido poco tratado. Al entrar a cualquier bar, a cualquier restaurante pequeño, las paredes tenían grandes espejos para crear la sensación de espacio”, relata el artista y continúa: “Comencé a estudiar sobre los conceptos de espacio y supe que mi proposición sería esa: una escultura que se desenvolvía en el ojo del espectador y no en la realidad, por lo que no ocupaba tanto espacio”.
En otras palabras, lo que creó Guinand es un volumen virtual que se sucede en el ojo del espectador, es un engaño a los sentidos porque aunque el espectador ve volumen, en realidad son superficies plana. El fin de esta propuesta es incorporar el arte en las grandes ciudades que tienen poco espacio. “Mi trabajo permite tener volúmenes grandes en espacio reducidos y además volúmenes que se mueven, con ayuda del ojo y la mente”, explica.

Para lograr esto, Guinand pasó horas y horas estudiando sobre la psicología de la visión, la conducta del ojo, la composición, el color, las líneas, cómo actúa la retina, qué es lo que pasa con la persistencia de la imagen. “Cuando hago una obra yo sufro, pero durante este proceso se me aparecen contradicciones que yo mismo voy generando, se me van apareciendo otras ideas dentro del mismo concepto, voy descubriendo otras posibilidades, voy viendo otras cosas, siempre dentro del mismo concepto, porque además mi obra es inestable”,
Sobre la dificultad para conseguir material y la crisis por la que pasa Venezuela en la actualidad, el escultor es tajante: “Si una sociedad no tiene estabilidad no puede producir”. Sobre la idea de que en las crisis salen las grandes ideas, Guinand insiste en que para hacerlas verdaderamente importantes es necesario concretarlas. “Esas son frases bonitas, pero las grandes ideas hay que concretarlas, desarrollarlas. Incluso si te vas al pasado histórico, existían los mecenas, los papas, los reyes quienes auspiciaban a los artistas;eso no es nuevo ni es capitalista, es que un creador necesita tener una estabilidad en todos los sentidos para crear. Aquí falta hasta lo más mínimo, si necesitas un clavo, y no puedes comprarlo, esa idea se queda en la mente, no sale, no se transforma y esa obra no se materializa”.