Festival de Improvisación Día 14, encuentro de movimiento y reflexión
Creado por Inés Rojas en 1999, el Festival de Improvisación es una plataforma para los creadores libres
Un espacio para moverse desde la necesidad, desde el disfrute, desde el decir. El Festival de Improvisación Día 14 reunió en una sala oscura a movientes y espectadores, quienes también fueron partícipes de las danzas que en La Viga del Centro Cultural Chacao surgieron durante tres días consecutivos, este noviembre.
Inés Rojas, bailarina y coreógrafa venezolana, directora de Neodanza de Caracas, es propulsora de esta iniciativa que cumple 14 años siendo una plataforma para los que se atreven a componer desde la improvisación. En ediciones pasadas, se contó con la presencia física de artistas de otras tierras y para este año, creadores venezolanos en el extranjero participaron a través de vídeos.
Cuerpos con larga trayectoria en el mundo de la danza y otros más recientes, presentaron sus propuestas de movimiento. El viernes 17, Araís Batlle improvisó en base a la propuesta musical de Bartolomé Díaz, entre sonidos electrónicos y percusivos. Vanessa Lozano hizo presencia sobre el linóleo negro con su cuerpo y su voz, que entre quejidos y alaridos, causaba risas y empatía entre el público.

Roberto Sánchez recurrió a un espejo para intervenir su ondulante movimiento, al tiempo que lo colocaba frente a los rostros vigilantes del público. Ariana Melean, sostuvo su cuerpo a través de un brazo extendido que jalaba su cabello, lo que hacía nacer un ritual condimentado con sonidos orientales. Salomé Gutiérrez, Rafael Nieves y Sofía Meléndez jugaron con el Contact Improvisación, técnica en la que a partir de un punto de apoyo entre los cuerpos, comienzan a explorarse posibilidades de movimiento, tomando objetos del público y causando jocosas respuestas.
Rafael Nieves también interpretó la música y Elisabetta Balasso recitó sus poemas sobre los cuales danzó la maestra Hilse León, quien estuvo trabajando mano a mano con Rojas en la producción del festival. Además, Francisca Becerra, Ronald Guanchez y Zamir Naja bailaron juntos y situaron a varios espectadores sobre el linóleo, haciéndolos parte de la danza. También se proyectó el Video-Arte Instalación/Performance Hurricane (2017, EEUU) escrito, dirigido e interpretado por la caraqueña Carla Forte.
Danza como espacio reflexivo
El sábado 18 de noviembre, en una ciudad en donde a toda hora se consigue un ser humano comiendo de la basura, Juan Carlos Linares aplastaba su cara con una bota negra, vestido de obrero y con un loop musical que repetía la conocida frase “abajo cadenas”.
Mariana Tamarís se movió motivada por pensamientos de angustia, de placer y recurrentes como “¡carísimo, carísimo!” que con su voz relataba la actriz Antonieta Colón, Patrimonio Cultural Viviente de Caracas. Por otro lado, el lúdico imaginario de Rafael Nieves voló con sonoridades de la naturaleza, como aves, ríos y vientos.

Ximena Cárquez utilizó elementos lumínicos que personas del público sostenía, creándose así diferentes cuadros y líneas que acompañaban las rutas que dibujaba su cuerpo. Roberto Sánchez y Félix Guanchez usaron el Contact para sortearse entre distintos matices de movimiento, paseándose entre la sutileza y el enfrentamiento.
Arais Batlle y Vanessa Lozano retomaron el linóleo con un dueto que permitía apreciar el estilo particular de cada una, y en el que la improvisación de una era buscada en base al flujo del movimiento de la otra. Luisana Muñoz y Ana Ramírez también entraron juntas al escenario. Muñoz creaba sonidos con tacones flamencos sobre una pieza de madera y una lámina metálica, los cuales combinaba con respiraciones, chasquidos y palmadas, y bajo otro cenital, Ramírez improvisaba movimientos articulares propios de la danza posmoderna.
Sophia Rodríguez participó desde Bruselas con el vídeodanza Raíz, en el que viste una elegante malla roja y baila enérgicamente sobre el clásico El día de mi suerte de Héctor Lavoe y Willie Colón, cubriéndose de tierra.
Entre vínculos y nexos
El domingo 19 abrieron el festival Heisell Leal, Greys Vecchionacce y Oscar Cuellar, improvisando cada uno en su momento con una pauta líquida sobre la música de Maga Urdaneta y Raymond Linares. María Fernanda Abzueta, vestida de negro y sobre un par de tacones, recreaba con su cuerpo titulares y cifras de femicidios que ocurren en Venezuela.
Gabriela Cárdenas y Roberto Sánchez, quienes recientemente ganaron una beca en Revés en Costa Rica, comenzaron con un armónico Contact, luego, colocaron a personas del público sobre el linóleo y bailaron entre y con ellos. (Ver video principal)

Brian Landaeta, Premio Municipal de Danza 2017, realizó un dueto con Freddy Belmontes en donde las amplias posibilidades del contact eran evidentes, una voz con jerga informal caraqueña advertía sobre los peligros de la delincuencia y recordaba la experiencia de habitar una ciudad como Caracas, en donde la adaptación es un requerimiento para sobrevivirla.
Armando Díaz llevó al cuerpo las tensiones de un cadáver en vida. Sobre un breve texto que a alguien del público le tocó leer, comenzó la improvisación que se paseaba por la fuerza, el caos, la tensión y la fragmentación. Con el movimiento circular de Alexana Jiménez y la fluidez de Pedro Alcalá, los creadores presentaron un dueto que gustó mucho al público asistente.
Hilo Rojo
Al llegar a la escalera que conduce a la sala La Viga, un hilo rojo proponía el camino. Beatriz Malavé editó un video en donde Daniela Pinto y Rommel Nieves desde Chile, Isabel Barrios desde Colombia, Marinés Villasmil y Gonchi Decuadro desde Holanda y Carlos Penso e Ivelice Brown desde España utilizaban un hilo rojo como elemento para vincularse entre ellos mismos y el espacio.
“Nos movió la fibra a más de uno de los que conocemos a alguien que ha emigrado del país”, refiere Oscar Albornoz, espectador del evento. “Me pareció genial la proyección, es importante seguir reconociendo el trabajo que ellos hacen y el aporte que le dieron a todos los que acá se quedan. Me parece excelente esa conexión”, dice por su parte Lennys Toro.
Al finalizar la proyección, Inés Rojas entró al espacio con una esfera de cordón rojo, el cual desató a través del movimiento, seguida luego por Hilse León e inmediatamente integrando a los creadores y al los espectadores en un jamming que enredaba y desenredaba una larga y entretenida maraña de hilos rojos.











