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El film sobre Cabrujas rescata su memoria y conmueve al público

"Cabrujas en el país del disimulo", además, es el registro de una época

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“Cuando vi a Antonio (Llerandi) en el set, entendí que esta era una película a través de la cual él quería recordar a un amigo con otros amigos”, dice Belén Orsini sobre quien lo acompañó en la tarea de dirigir Cabrujas en el país del disimulo. Las anécdotas sobre José Ignacio Cabrujas son interminables y los 103 minutos que dura la película no alcanzan para cubrirlas. Las emociones, sin embargo, afloran en cada espectador que tenía algún vínculo con el fallecido intelectual.

Llerandi, según confiesa Orsini, es el primero: “Durante la semana de rodaje lloró absolutamente todos los días”. Fueron 48 entrevistas que realizaron para lograr obtener una visión panorámica de un insigne protagonista de la cultura venezolana y muchas de ellas eran personas tan cercanas al personaje que develan desde aspectos más íntimos hasta sus reconocidas facetas. Pero el film no acaba allí: presentan fragmentos de piezas audiovisuales de su autoría, así como entrevistas que dio en vida y también recrean dos obras que hizo Cabrujas (un artículo y una obra teatral), adaptadas a cine.

En un encuentro con la prensa realizado este 11 de enero en las inmediaciones de la Cinematográfica Blancica, los directores presentaron la película que estará a partir del 13 de enero de 2017 en las salas del Trasnocho y Millenium (Caracas). De esta manera se convertirá en el primer estreno nacional del año. Se espera próximamente llegue a otras salas del país, aunque productores confiesan que se hace cada vez más complicado.

“Para estrenar en el cine venezolano hay que ponerse en una cola”, bromea Llerandi y asegura que por diversos motivos se retrasó el lanzamiento hasta esta fecha. De todos modos no es algo que pierda vigencia. “Lo decidimos hacer para rescatar la memoria de él y de una época, porque la película no solo recrea su presencia sino también la de la historia de lo que fuimos hace un tiempo atrás”, indica el director.

La producción

Fueron décadas de recopilación de su obra, asegura Llerandi. En materia de teatro ya la tarea había sido adelantada por la editorial Equinoccio, que realizó unos tomos con las obras completas de teatro del pensador. “José Ignacio era una persona muy desordenada, él escribía y botaba y yo tenía mucho material recopilado de él desde la época del teatro universitario, cuando trabajábamos juntos”, dice el cineasta. Más adelante, ya con el proyecto en marcha  y con ayuda de Belén Orsini, se realizó  una investigación que incluyó una extensa búsqueda de material.

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Belén Orsini Foto: Sergio Gómez Antillano
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Antonio Llerandi Foto: Sergio Gómez Antillano

Las dificultades siempre estuvieron presentes, “porque sabemos que este un país en el que los materiales, sobre todo audiovisuales, desaparecen y hay muy pocos archivos de lo que hemos sido”, puntualiza Llerandi. ¿El resultado? Un collage interesante que pasa por cada una de las facetas de Cabrujas y que, como bien dice su autor, marca un registro histórico del personaje y de la Venezuela de la época.

Uno de los grandes “lastres” según el director es la palabra documental. Según Llerandi el público venezolano aún no aprende a apreciar el género. “Nosotros hablamos de película, porque como pudieron ver, son más de 50 minutos de ficción”, indica. Sobre la apreciación general del cineasta sobre el séptimo arte nacional, se apega a la metáfora de Rodolgo Izaguirre: “El cine venezolano es como la flecha de Zenón que ni avanza ni retrocede. Siempre está en un mismo sitio”. Llerandi asegura que “de los años 70 para acá, el cine a tenido picos y bajones, pero en 40 años podríamos ubicar 400 o 500 películas con un cierto valor, una producción muy variada y con una característica que me parece importante: se enfrentan a nuestra realidad, tratan de retratar lo que somos y eso es importantísimo porque y así lo decía Aiza Aguirre, ´un país sin cine es como una casa sin espejos´”.

Historias cabrujeanas

Una de las anécdotas que no salió en el film, pero sí en la conversación, fue precisamente la del día de su muerte. En la película, su viuda Isabel Palacios  se detiene en lo “cabrujeano” que fue todo el proceso de traer el cuerpo hasta Caracas, ya que falleció en Margarita. Prácticamente el cadaver llegó como mercancía ilegal,  pero Llerandi contó algo más:

La rutina de José Ignacio era desde temprano. A las 5 de la mañana se levantaba y escribía hasta las 11, hora del dos whiskey. Almorzaba, dormía una siesta y después cumplía el resto de sus actividades. Ese 21 de octubre de 1995 no fue distinto. Llerandi cuenta que se encontraba algo angustiado porque tenía el compromiso de la entrega de tres telenovelas una nacional y dos internacioales: “Se levantó a las 5, se desayunó dos huevos fritos y una lata de mejillones españoles, se tomó dos frascos de jarabe para la tos mientras esperaba a César Bolívar quién dirigiría una de las tres telenovela en Rctv , quién  nunca llegó.  Esa mañana Cabrujas fue al mercado a comprar un pescado , regresó a casa y terminó de escribir el primer capítulo de la telenovela venozolana y se lo mandó por fax a Mimí Lazo que sería la protagonista. A las 11 se sirvió un whiskey, bajó a la piscina del edificio donde no había nadie, se sentó al borde para terminarse el trago, le dio un infarto y cayó en el agua”.

Lo cabrujeano no fue solo el escenario y el episodio de su muerte sino que hubo otras anécdotas relacionadas. Como todos los sábados El Nacional publicó un artículo de Cabrujas que en esa ocasión iba dirigido al dueño del equipo de beisbol, Tiburones de La Guaira porque Cabrujas  era fanático del equipo y él consideraba que habían hecho un mal campeonato. “Como era un artículo de los tiburones, el periódico encargó al caricaturista la tarea de hacer algo para acompañar el texto.El dibujante y su equipo, dibujaron a José Ignacio con una máscara en una piscina y un tiburón que lo perseguía. Lo hicieron justo el día que Cabrujas muere en una piscina”, relata el cineasta.

Fotos: Sergio Gómez Antillano