Hablan los cineastas: “¡No queremos ser los músicos del Titanic!
Los realizadores comienzan a sentir en carne propia los rigores de la crisis económica y optan por buscar salidas

El año pasado la taquilla del cine en Venezuela tuvo una caída de un 35%. Se calcula que la contracción de la economía fue de un 18%, es decir, un índice inferior a la que tuvo el cine, pero lo más terrible es que los ingresos por concepto de venta de boletos de las películas venezolanas estuvieron un 60% por debajo de la recaudación del año 2015. Pablo Gamba, crítico de cine y profesor de la Escuela Nacional de Cine trae a colación estos indicadores económicos que atañen a la cinematografía nacional para el debate que tuvo lugar en la Librería Lugar Común de Altamira el jueves 16 de febrero.
El estado del cine venezolano, el foro organizado por la Escuela Nacional de Cine, fue moderado por Gamba, quien inicialmente presentó a los panelistas: Carlos Daniel Malavé, director, guionista y productor, presidente de la Cámara venezolana de productores de largometrajes (Caveprol); Ignacio Castillo Cottin, director de un film “del cual no podemos presentar ni el afiche“, dijo el docente; Gustavo Rondón, quién acaba de aterrizar del Festival de cine de Berlín donde presentó el proyecto de una coproducción con México y está por estrenar su film La Familia y Edgar Rocca director de El Hombre más malo del mundo, que se proyecta actualmente en las salas de cine del país.
–Estamos viviendo una crisis que le pega a todo el mundo – dijo Carlos Malavé, también productor de la afamada película de misterio La Casa del Fin de los Tiempos – pero yo siempre he hecho cine en crisis. Me he caracterizado por hacer películas de bajo presupuesto, donde he tenido que sacrificar muchas cosas. Esta crisis no me toma desprevenido porque tengo el aprendizaje de los años vividos y no poca experiencia sobre cómo tratar los nuevos proyectos. Hacer una película en este momento no es fácil, para nada. No lo es, en un país inflacionario y con un Instituto de Cine que no tiene dinero para responder a los requerimientos de los realizadores; donde, de pronto, sube la recaudación porque sube la inflación pero también sube el costo de la película y los honorarios de los trabajadores del cine y un largo etcétera.

Malavé cree en el dicho de que las crisis son también oportunidades y al respecto afirma: “ Hay que replantear las cosas. El modelo que teníamos de cómo hacer cine, hay que romperlo y al mismo tiempo debemos evitar que desmejore la calidad de nuestras películas. Además tenemos que buscar nuevas maneras de enfrentar la crisis o copiar las estrategias que se han puesto en marcha en otros países en crisis y que han dado buenos resultados”.
–La gran pregunta es: Si no tenemos espectadores, si bajó la taquilla en un 60% en 2016 ¿ para quién y para qué vamos a hacer películas? – cuestiona el cineasta que ha dirigido al menos una decena de películas y continua – yo siempre he tratado de hacer películas para el público y mal que bien, el público ha respaldado mis estrenos en Venezuela. Ahora es duro, porque recuperar la inversión será muy difícil. Entonces, nos asaltan inquietudes y temores, reflexiones que pasan por la tentación de cerrar la santamaría o hacer una huelga . Finalmente llegamos a la conclusión que tenemos una responsabilidad con el público del cine nacional y con nosotros mismos.
–Así me vuelven a entrar las ganas – señala Carlos Daniel Malavé – en medio de un proceso bastante perverso que tiene que ver con el país. Estoy convencido que esta coyuntura no va a durar muchos años más y por eso nos toca convencer a los trabajadores que nos acompañan, que es necesario producir películas porque el cine forma parte de la identidad cultural de un país y es imprescindible.
–Y así llegamos a otra pregunta fundamental: ¿ Cómo vamos a sortear la crisis? Hay formas. Tendremos que volver a las cooperativas de los años 70 , a las asociaciones con todos aquellos que quieren hacer una obra importante. Hacer películas en menos semanas no es recomendable, pero podemos pensar en otros proyectos más acordes con este momento, proyectos comprometidos con la realidad del país. Si bien es cierto que debe existir todo tipo de cine, creo que si nos vamos a lanzar a la aventura de hacer una película con pocos recursos, que sea un film que golpee duramente al sistema. Así sea en una comedia, es hora de que nosotros como cineastas, empecemos a pellizcar o retratar lo que vivimos, en el cine. Yo soy de los que piensa que no podemos dejarnos arropar por el país y que hay que seguir inventando cosas como yo, por ejemplo, que hago cine con todas sus dificultades, porque amo el cine.

El Inca ; un caso de censura
A continuación tomó la palabra Ignacio Castillo Cottin, quien ofreció un recuento de lo que ha sucedido con su primer largometraje y afirmó: “El Inca ha sido la primera película en la historia de Venezuela que se desmonta de las salas de cine por censura. No quiero centrar el debate aquí sobre el contenido la película o si puede afectar o no a una persona, porque es un es un tema estrictamente legal. La persona que se sienta afectada por un film, puede demandar penal y civilmente a quien presuntamente la agravió y puede acudir a los tribunales si siente que le han causado daño a su honor, reputación o a sus finanzas”.
–En este caso—continuó Cottin – quitaron la película de los cines , de tal manera que no permitieron que las personas la vieran y así le negaron a quién quisiera ,la posibilidad de introducir una demanda. Además limitaron el debate de los espectadores, quienes tampoco pudieron verla. Por otra parte, el asunto es muy delicado porque crea un precedente donde cualquier juez tiene la potestad de retirar del cine una película y después se verá qué pasa con ella.
“La película estaba en su tercera semana de proyección y un juez la saca de las salas de cine porque la familia de Edwin Valero introduce un amparo. El juez recibe este amparo y decide sacarla, confisca el material fílmico y prohíbe cualquier tipo de publicidad sobre el film. La audiencia correspondiente debió ser inmediata pero se realizó 10 días más tarde y, en esa oportunidad, el Ministerio Público demandó que las personas involucradas vieran la película porque hasta esa fecha no la había visto. Entre una y otra audiencia ya pasaron 30 días”, explicó su realizador.
–El juez terminó decidiendo que la película podía volver a la cartelera pero con una serie de modificaciones en una cantidad de escenas. Evidentemente nosotros vamos a apelar esta decisión por razones de fondo y no vamos a cambiarlas un poco por nuestra identidad como cineastas, por lo que significa hacer una película y porque no podemos modificar el ritmo de un film siguiendo el criterio de un juez. Este es el estatus actual de la causa,señaló Cottin.
— Vamos a apelar – concluyó el cineasta – hasta lograr que la película regrese a las salas de cine. Soy optimista. Siento que en la medida que avanza el proceso se torna más profesional y ahora, esta ya es una lucha gremial. Creo que cada quién debe luchar desde su trinchera por lo que cree correcto y nosotros hemos actuado de buena fe y del lado de la ley.

“Nosotros no queremos ser los músicos del Titanic”
Gustavo Rondón, realizador de película La Familia, intervino en el foro para dar la idea de la gravedad de la crisis por la que atraviesa el cine venezolano a los estudiantes de cine, profesiones del área y al público presente en la sala. Se remitió a la escena real y fílmica del hundimiento del Titanic y añadió: “ Incluso el caso de la película de Ignacio Castillo Cottin que parece un caso aislado, forma parte de la misma crisis”.
En opinión del cineasta esta coyuntura se estuvo gestado en los últimos años y golpeó fuertemente a otros sectores de la economía hasta llegar al cine. Hoy exige por parte de los cineastas nuevas estrategias . “Tuvimos un Instituto de Cine (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) sólido , que fue sumamente paternalista. Nos acostumbramos a que los filmes se hacían con alguien que daba toda la plata necesaria para la producción y la gente estaba contenta; la gente más o menos filmaba el tiempo que quería, con el equipo que quería , el dinero que necesitaba y el sueño estaba a su alcance. Ahora no. Nuestro fondo se volvió un fondo flaco desde el años pasado y les cuento que los cortos desde ya se deben hacer con favores. Esa es la realidad”, destacó Rondón.
–Esta crisis – prosiguió el cineasta- nos invita a ver el mundo y a pensar en la posibilidad de tener una posición en el mismo. Nos llama a conocer como se hacen las cosas en otros países pero no en Hollywood, Francia o México donde hacen películas de bajo presupuesto de dos millones de dólares. Yo trato de ver que hacen países como Uruguay, Argentina o Perú. Si tienes un proyecto que apela a cosas universales puedes tener algunas ventajas competitivas en relación con los cineastas de estos países. Tenemos que entender que Venezuela cambió desde el momento cuando desciende la taquilla promedio de 300 mil a 40 mil entradas y cada vez menos gente está dispuesta a gastar 10 mil bolívares para ir al cine.
Edgar Rocca
–Necesitamos cambiar nuestra maneras de hacer cine que tiene 40 o 50 años. Yo soy aquí el de menor experiencia y trayectoria, por eso me voy a poner del lado de los que están del otro lado del podio. Mi primer trabajo profesional fue como asistente de producción en un largometraje de Carlos Malavé. A partir de allí vendí mi guión. Es una película independiente. La Villa del Cine nos prestó unos equipos pero cuando escribí el guión, presentí que nunca iba a llegar a tres cientos mil espectadores. Aprendí de Carlos Malavé a entender un poco el negocio y sí podemos hacer cine siempre y cuando hagamos proyecciones económico-sociales. Cuando escribí la película, sentí que iba a llegar un momento como éste y por eso hice mi propuesta para los inversionistas calculando una taquilla de 30 mil espectadores y llevamos 74 mil. Creo que debemos comenzar a ver la oportunidad de salir de esto de una vez de la mejor forma posible y es necesario asimismo que expandamos nuestro registro al exterior –concluyó Edgar Rocca en el foro de la ENC y cerró con la idea: “¡Se acabó el rentismo!”.