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Ian McEwan: un clásico moderno

La más reciente novela del afamado autor británico sitúa el dilema hamletiano dentro de una placenta

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El novelista Ian McEwan es uno de los grandes de la literatura contemporánea, considerado entre los cincuenta escritores ingleses más grandes de la historia desde 1945, y una de las cien personas más poderosas dentro del panorama cultural británico. Ganador del Man Booker Prize en 1998 por su libro Amsterdam. Varias de sus obras han sido llevadas a la gran pantalla; su novela Expiación (Anagrama, 2002) fue adaptada al cine en el año 2007 bajo la dirección de Joe Wright, obteniendo siete nominaciones al Premio de la Academia al Mérito (El Óscar). Su reciente novela lo coloca una vez más en el escenario actual.

Cáscara de nuez (Anagrama, 2017) se desarrolla en la voz de un niño que está por nacer. Desde su habitáculo relata lo que percibe del mundo exterior, valiéndose de variadas sensaciones que le ayudan a traducir la vida que le espera. Sus padres están pasando por un mal momento en la relación. No hay alegrías, solo desdicha y caos en un matrimonio sumido en el fracaso. John es un poeta y editor de poco reconocimiento. Trudy es una joven hermosa con un embarazo ya casi a término que se dedica a planificar, junto a su cuñado y amante, la muerte de su esposo. La angustia abraza al protagonista sin nombre; Claude (hermano de su padre y amante de su madre) le niega el legítimo derecho a una vida feliz. La codicia y la lujuria han hecho de Trudy el blanco fácil de un hombre torpe y gris.

Mientras John intenta salvar su matrimonio y seguir manteniendo a flote su editorial, tiene que abandonar el nido de engaños que alguna vez fue su hogar. Ahora, estando a sus anchas, entre bebidas espirituosas y salvajes demostraciones de afectos carnales, Trudy y Claude organizan los detalles del crimen: eliminar a John y vender la casa a cambio de una considerable suma.

Al tiempo que el diminuto protagonista de la historia nos relata las acciones, también se dedica a elucubrar sobre el mundo que pronto conocerá: Europa atrapada entre la autocompasión y la agresión; el pesimismo como distintivo de los intelectuales de cualquier rincón; el desasosiego, la inquietud y el temor como resultados del problemático don de la conciencia. ¿Cómo logra figurar y desarrollar semejantes ideas un pequeño individuo que se encuentra cabeza abajo dentro de una placenta?  Prestando atención a los podcast que su madre escucha antes de dormir.

La trama se despliega en dos locaciones: el vientre de Trudy y la casa. El vientre, un monoambiente condicionado por los estímulos que recibe del exterior. La casa, un espejo que refleja las mentes disociadas que la habitan; el desorden y la suciedad en ella incrementan la tensión entre los personajes. Todo crimen es producto de una mente desordenada.

McEwan construye la historia apuntando a pocos personajes, con aquellos que corresponden al triangulo fatídico que tiene en sus manos el destino del niño que está por nacer. Luego se incluye al repertorio la bohemia Elodie, alumna de John y versista dedicada a honrar a los búhos, ella representa el incómodo imprevisto en los objetivos de Claude y Trudy.

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El vino y la poesía son elementos constantes en el progreso de los personajes (el autor en varias entrevistas asegura que son dos de sus mayores placeres). Trudy bebe para aminorar sus culpas, y por ósmosis, nuestro pequeño narrador la acompaña en su embriaguez. Tanta es la frecuencia con la que su preogenitora degusta las bebidas, que el niño habla con propiedad sobre el sabor y las virtudes de ciertas etiquetas. En cuanto a la poesía, se acentúa la preferencia de John por los versos trímetros trocaicos, aunque a Trudy le aburre escuchar las declamaciones del frustrado marido que quiere reconquistarla, el hijo nonato se sensibiliza frente al verbo de su padre.

Entrando en el plano de las referencias literarias insertadas en la novela, se detecta el trabajo que McEwan compone para honrar a una de las obras más influyentes de la literatura inglesa: Hamlet de William Shakespeare (pieza que trata sobre los acontecimientos posteriores al asesinato del rey Hamlet a manos de su hermano Claudio, que toma el trono y se casa con su cuñada Gertrudis, viuda del fallecido rey). Los nombres de los personajes, acciones y motivaciones presentes en la novela Cáscara de nuez, aluden inevitablemente a la tragedia del Príncipe de Dinamarca.

El epígrafe utilizado para dar inicio a la novela nos ayuda a elaborar una poderosa hipótesis:

Oh, Dios, podría estar encerrado en la cáscara de una nuez y sentirme rey del infinito espacio… de no ser porque tengo malos sueños.

William Shakespeare, Hamlet  (p.3)

La imaginación junto a la conciencia nos permite la construcción de mundos factibles sin importar el pequeño espacio que ocupemos.

Ian McEwan demuestra que la literatura no es más que una brizna en el universo de lo posible.