La memoria, el tiempo y la contemplación
De la reseña de Lector Metálico, surge información y también interrogantes que invitan a leer el relato de Javier Marías.

Entre los muchos temores que atormentan a la existencia humana, se destaca el miedo a la muerte. Ella, propia o ajena, nos viste de incertidumbre ante su estado indescifrable. Luego del trance, el misterio.
En una pareja, la diferencia de edad puede ayudarnos a presumir sobre cuál de los integrantes se irá primero, siempre y cuando, sea por causas naturales ¿Pero qué pasaría si la persona de mayor edad no está dispuesta a irse antes, y tampoco se muestra presto a contemplar la disminución del otro? Este conflicto se plantea, de manera interesante, en el relato Mientras ellas duermen del escritor español Javier Marías, publicado originalmente por el sello editorial Anagrama en el año 1990. El autor es miembro de número de la Real Academia Española, ganador de varios premios por su trabajo escritural (entre ellos, el Premio Herralde de Novela en el año 1986 por El hombre sentimental) , y protagonista de famosas querellas en el mundo literario: como la denuncia que llevó a cabo contra el productor Elías Querejeta y la directora cinematográfica Gracia Querejeta, por la adaptación de su novela Todas las almas (Anagrama, 1989) que en consideraciones del escritor, desfiguraba por completo su libro hasta hacerlo irreconocible (la película se titula El último viaje de Robert Rylands, estrenada en 1996).
En el año 2013, Alfaguara edita Mala índole. Cuentos aceptados y aceptables, donde reaparece el relato Mientras ellas duermen, libro del que me sirvo para la presente nota.

La historia se desarrolla en una playa de Menorca, una de las islas Baleares de España. Sobre la arena, un matrimonio descansa. Al tiempo que toman el sol, el marido (con la aprobación de su mujer) se dedica a observar con detenimiento a los otros visitantes. Entre la multitud una singular pareja captura la atención del espía: ambos le ofrecen el espectáculo de la adoración. Él, un desvivido sirviente. Ella, el ídolo indiferente. Mientras la dama se dedica a alimentar su cuerpo con la luz del sol, el caballero que la acompaña no deja de filmarla con una cámara, grabándola desde variados ángulos. La misma situación ocurre los días siguientes: ella posa indiferente, y él no deja de adorarla a través de la filmadora. Los rasgos físicos manifiestan que entre ellos existe una disparidad generacional no menor de treinta años. Llega la noche que revela la crisis: el narrador y voyerista, mira desde el balcón de su habitación de hotel al amateur cineasta. Este se encuentra solo, sin compañía, sentado en el área de la piscina. La curiosidad empuja al insistente espectador a sentarse al lado del afligido camarógrafo. Luego de las presentaciones de rigor, comienza la charla que dará un giro oscuro a la historia: Alberto Viana (así se llama el hombre de la filmadora), confiesa que graba a Inés a diario, su pareja, porque ella va a morir. El deceso no vendrá causado por una enfermedad, al contrario, es una chica sana; debe ser asesinada, Alberto tiene que matarla. Viana está envejeciendo, ya Inés no lo trata de la misma forma. Nada tiene sentido para el hombre que ha sido derrotado por el paso del tiempo.
¿Por qué Viana no acaba con su propia vida, terminando así con el sufrimiento que le produce la involución de su cuerpo? ¿Por qué sesgar la existencia de la mujer a la que tanto adora? La conoció cuando ella era apenas una niña, Inés es la hija de sus mejores amigos (por razones de peso, ya no lo son). Él ha sacrificado su vida a la espera de que ella alcanzara la madurez. Alberto ha vivido una doble vida, rechazando su pasado para configurarse otro. El tiempo es su enemigo, la joven ha cambiado, tanto en el pensamiento como en su aspecto físico. Viana no puede asistir al deterioro del cuerpo que tanto lo ha cautivado, y menos dar fin a su adoración. Por otro lado, tampoco se puede permitir dejarla libre y ser abandonado, dejando al culto de su devoción sin propósito.

El relato de Marías se sirve del angustiante escenario para exponer tres inquietudes: el tiempo; la contemplación; y la memoria.
El espectador y narrador (que es un personaje más) riñe, junto a Viana, contra el tiempo: ambos gustan del arte de la observación, pero la de Antonio es una mirada atenta y detenida, que se traduce en la contemplación que anhela su permanencia en la memoria. Los recuerdos son caprichosos, no siempre se recuerda lo que se quiere, ni se olvida lo que se desea (p.91); por ello Alberto Viana tiene la filmadora, para negar el olvido y detener el tiempo. El registro de la reflexión en la memoria.
Mientras ellas duermen es un relato interminable. Javier Marías nos lleva al terreno de las intenciones y de promesas amenazantes que pintan un final abierto. La duda, oculta tras la puerta que simula el cierre, se asoma para contemplarnos.

Para los entusiastas comparto el siguiente dato: existe una adaptación fílmica de la historia, se titula While the Women Are Sleeping (2016), realizada por el director y productor de origen chino Wayne Wang, reconocido por las películas Smoke (que dirigió junto al escritor Paul Auster en el año 1995); Chan Is Missing (1982); y Maid in Manhattan (2002).