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Lector Metálico: Octavio Armand, el lenguaje como acercamiento

"Escribir es cubrir (Pulpo de ensayos)" (Caracas: El Estilete, 2017) agrupa un conjunto de ensayos en torno al lenguaje y la literatura neobarroca cubana

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Los textos que conforman el presente libro corresponden a las inquietudes del escritor, poeta y ensayista Octavio Armand, ante el lenguaje y la distancia: el lenguaje como acercamiento; la palabra como encarnación de vida; la distancia como deformación.

El escritor nacido en Guantánamo, Cuba (1946), vivió exiliado gran parte de su vida en la ciudad de Nueva York. Allí fundó, en la década de los 80 la revista Escandalar, que se convirtió posteriormente en una estruendosa voz de la literatura hispanohablante. Desde hace varios años reside en la ciudad de Caracas.

Por su condición de exiliado, Armand niega el español como lengua materna y, al adentrarse en el idioma, lo hace con precaución, valorando cada palabra y signo. El poeta se transforma en arqueólogo, desenterrando los secretos amparados por las formas, jugando con la geometría que disfraza la complejidad del lenguaje.

Escribir es cubrir nos acerca al trabajo ensayístico (iniciado en la década de los 80 hasta nuestros días) del escritor cubano; donde las figuras de José Lezama Lima, Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante y José Martí son protagonistas bajo su visión de crítico literario.

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José Lezama Lima

Entre los ensayos reunidos se encuentra La partida de nacimiento como ficción (pp. 9-36), en el que el autor expone la relación inversamente proporcional entre la existencia y la cantidad de lenguaje: a más lenguaje, menos existencia. Armand identifica la partida de nacimiento como exponente del exceso verbal, como la reafirmación de una futura ausencia:

(…) Porque leyendo mi partida de nacimiento, naciendo, tengo la sensación de ser una literatura, una página, un libro, algo destinado a la lectura –o las llamas ̶  que vivirá mientras sea legible, leído. (p.11).

Aunque la partida de nacimiento nos acoge y afirma que somos y que pertenecemos, se trata finalmente de una acusación. Es una confesión ante un mundo injusto lleno de torturas, un papel que puede perderse, quemarse y desvirtuarse o hasta la historia de un posible exilio.

El lenguaje nos amarra a un nombre, a una genealogía, al presagio de que existiremos solamente si documentamos y probamos que existimos.

Walt Whitman
Walt Whitman

En Domingas: F. Pl. Vulg. Pechos femeninos (pp. 37-40) Armand aborda la poesía de Walt Whitman y Lezama Lima, totalmente opuestas entre sí. En los poemas del primero no hay cortinas, prevalece la inmediatez. Es la poesía sin intermediarios. En el segundo existe un velo permanente. Dejarse ver implica amenazas y prohibiciones. Lezama se esconde en José Cemí; Whitman en cambio, se refleja constantemente en su primer nombre.

En Escribir es cubrir (pp. 49-61), el ensayo que da título al libro, el autor aborda la escritura neobarroca. En ella se cubre lo venido a menos, lo incestuoso, la censura, la homosexualidad y la locura. En otras palabras: el nacimiento oscuro. A través de referencias a Saurdy y Manuel de Zequeira, Armand habla de la estética de la literatura neobarroca cubana. Sobre ella trata el exceso, expresado en la inestabilidad, lo fragmentario y la repetición; la disonancia, la constante mutación y transformación; y el cuerpo como centro donde habita lo erótico, lo festivo y el exceso.

El tatuaje es considerado por el autor como una forma de escritura que añade tres perturbadoras raíces a los orígenes del neobarroco insular: 1) la indocumentación, que lleva al individuo a transformar su piel en el papiro contenedor de la información vital, debido a que las autoridades de la isla se dedicaron a la destrucción de todo documento que señale y confirme la identidad de aquellos que intentan abandonar el país; 2) el desafío a la censura, que es una protesta contundente ante el silencio. El tatuaje aquí se erige como símbolo que no se enmudece ante nada. Lo que no dicen los labios, lo expresa el cuerpo, y 3) el jeroglífico. El tatuaje se convierte, de esta forma, en un dato arqueológico del cuerpo, vestigios de lo que fue y ya no es. La documentación de lo condenado a desaparecer. La identificación del ser en su abandono.

Para Octavio Armand la escritura da forma y deforma. Una lectura no consciente de esa deformación borra cuanto lee.  Para él la cultura es un territorio de creyentes que tropiezan en la oscuridad.

En sus ensayos nos señala el camino: en un país donde no puedes hablar, escribir es la alternativa.

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Octavio Armand Foto: El Estilete