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Liz Marrero: ser bailarina y latina es una bendición

La bailarina venezolana, que ha trabajado con los más importantes coreógrafos de danza urbana en Estados Unidos, aspira impulsar un proyecto que realce el talento del bailarín latinoamericano y del músico venezolano

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Su cabellera roja no es lo único que la hace sobresalir. Su esbelta figura o sus piernas tonificadas, llaman la atención más no hipnotizan. Resalta dentro del grupo por algo inmaterial, algo esencial en su área que ella aplica con naturalidad. Se trata de la pasión; esa que la ha llevado a bailar de tú a tú con grandes de la escena norteamericana y que la impulsa cada vez más a hacerse un nombre dentro de ese mundo. Es una bailarina con el calificativo integral porque se ha formado para lograrlo. Aunque su fuerte sean los estilos urbanos, no descarta el jazz, la danza contemporánea o la moderna y desde Los Ángeles, Estados Unidos, solo espera volar más alto.

Se llama Liz Marrero, es caraqueña y ha bailado junto a varios artistas como Chino y Nacho, Judy Buendía, Maluma, Karol G, Fuego, y hasta Madonna ha alabado sus movimientos. Ha estado en escenarios tan importantes como el Madison Squar Garden de Nueva York y ha participado en una superproducción de Bollywwod llamada Ek The Tiger. Importantes maestros de la danza urbana como Tony Tzar, Rhapsody James, Lyle Beniga y Candace Brown la han incluido en sus coreografías y con mucho esfuerzo ha participado en cantidad de proyectos y talleres alrededor del mundo. Hoy día, además de su trabajo como bailarina profesional, impulsa un proyecto original  destinado a realzar el talento latinoamericano y, sobre todo, el venezolano.

La historia de Liz empieza como muchas; una niña alegre a quién le gusta bailar, pero a medida que transcurren los años las circunstancias la han llevado a perseguir un sueño  cada vez  más cercano. A sus 23 años, ha bailado en cinco países y decenas de ciudades, ha coreografiado infinidad de piezas y ha logrado codearse con figuras del espectáculo muy importantes. El siguiente paso, dice vía telefónica, es lograr un puesto como bailarina principal en un tour mundial de alguno de sus artistas admirados; pero también tiene en mente la creación de una agencia que busca representar y exponer la escena latinoamericana del baile ante el mundo.

Liz Marrero Reel 2016 from Liz Marrero on Vimeo.

–¿Cuándo supiste que te dedicarías a la danza?

–Yo siempre tuve pasión por el baile. Mi familia me decía que en vez de dormir como el resto de los niños en las fiestas, yo bailaba toda la noche. Fui parte de Las Voces Blancas de Elisa Soteldo y más adelante me convertí en una gran fanática de Shakira. Por ella me animé a empezar en la danza árabe y recibí clases de una excelente profesora llamada Sonilen Jiménez en la escuela de Anita Vivas. Inconscientemente siempre supe que quería dedicarme a esto. En la adolescencia no dejé de bailar y se me presentaron muchísimas oportunidades. Lo único que podía quitarme el sueño de continuar bailando sería estudiar Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela. Cuando me gradué del bachillerato presenté la prueba y me fue muy bien. Por unas tres décimas no obtuve el cupo, pero en vez de verlo con tristeza, lo sentí como una señal del universo, que me decía que debía dedicarme a la danza.

–Y entonces te mudaste a Irlanda….

–Sí. Me mudé a Dublin, Irlanda en 2011. Por mi forma de ser conecté con muchos bailarines de la ciudad y compartí con muchos amigos en la reconocida Jane Shortall Dance Agency que me abrió la oportunidad de tener más experiencias profesionales en Europa. Allí logre trabajar con marcas como Smirnoff, Capital Morgan en el Oxygen Festival y participé en una película de Bollywood llamada EK The Tiger que fue un gran éxito. Luego de eso pensé: “si lo puedo lograr aquí lo puedo lograr en cualquier parte del mundo” y además tenía un deseo enorme de aprender y estudiar más sobre la danza.

–¿Eso te impulsó a expandir tus horizontes?

–Estando en Europa empecé a viajar a Londres y a París, pero sobre todo a Londres donde hay muchos estudios con coreógrafos que veía por Internet y que me moría por conocer. Recuerdo haber ido unas cinco veces a esa ciudad y alguna de esas veces a penas tenía un paquete de pan en el bolso. Sin embargo yo era feliz porque iba a recibir hasta siete clases en un día con los mejores.  Luego de eso regresé a Venezuela para preparar mis papeles porque me habían aceptado para estudiar Performing Art en la prestigiosa Peridance Capezio Center de Nueva York. Me mudé allí en 2014, pero antes, también había estado un par de veces en Polonia haciendo campamentos intensivos de baile y trabajando mucho en otros proyectos en Venezuela.

–¿Cómo fue el cambio de bailar en casa, Venezuela, y hacerlo en los otros países?img_7212

–Cuando yo empecé a trabajar en Venezuela tenía la idea errada de que ser bailarina era estar en  una industria bella, en la que el fin era el entretenimiento o la fama. Cuando salí del país, obviamente nadie me conocía y me tocó entender que la danza no era eso que yo creía, que era más que una cámara, una televisión, un espectáculo. Entendí que era una expresión cultural que te permitía conocer gente, pero también inspirar a otros. Mi mente dio un cambio radical y desde entonces quise convertirme en una artista de la danza, dejar de ser una simple bailarina. Los viajes fueron fundamentales para lograrlo. En Polonia yo dejé de trabajar para estudiar a profundidad y prepararme muy bien. Siempre digo que mi caso fue al revés: pasé de trabajar, luego de tener gran experiencia profesional, a dedicarme solo a estudiar. En ese viaje también conocí a mi mentor Tony Tzar que me motivó a ser una bailarina integral a prepararme profesionalmente para que  pudiera manejar todos los estilos. Por eso continué mis estudios en Nueva York.

–¿Cómo terminaste en Los Ángeles?

–El frío me expulsó de Nueva York. Es que yo soy del Caribe y eso de aguantar un invierno de hasta 8 meses, a veces con temperaturas bajo cero, no era lo mío. El clima y las similitudes con Caracas me enamoraron rápidamente de Los Ángeles. Al graduarme decidí venirme y es que aquí también hay muchísimas oportunidades de trabajo. Yo quería, además de encontrarme con mi mentor y varios amigos, venir para acá para estar cerca de una gran meta: Hollywood.  Me gustaba la idea de retarme y bailar al lado de los mejores del mundo. Quería utilizar todo lo que había aprendido en Nueva York, desafiarme como bailarina, como artista, como latina, como venezolana. Quise introducirme en la industria norteamericana y esta fue la oportunidad que vi.

–Estás en un buen momento en tu carrera pero ¿cuál es tu gran meta artística?

–Siento que apenas estoy comenzando a enfrentarme con los desafíos grandes en mi carrera. Mi gran meta como bailarina es participar en algún tour mundial de uno de mis artistas admirados como podrían ser Madonna, Justin Timberlake, Shakira, Beyonce. A parte de eso, como artista, mi sueño más grande es crear mi propia compañía de dirección y producción artística, para desarrollar la industria latinoamericana y la comunidad latina aquí en Estados Unidos. Me pongo como ejemplo, porque los latinos siempre nos inspiramos en lo estadounidense y quisiera que ahora seamos nosotros los latinos los que inspiremos al mundo. Es decir, quisiera desarrollar el talento hispano, entrenarlo, exponerlo y darle asesoría para resaltar.

–¿Consideras que lo que haces es un arte? ¿De qué forma?

–Considero que la danza es una de las formas de arte más importantes. Es el único arte que podemos hacer con nuestro cuerpo, no hace falta ninguna otra herramienta. A medida que pasa el tiempo me doy cuenta cómo a través de la danza podemos inspirar a la gente, también sobre su capacidad de comunicar, de expresar sentimientos y de exponer características de la cultura. Estudiar este impacto social que han generado los diversos estilos tan variados, como el hip hop que busca cuestionar a la corrupción y protestar por la discriminación, al contrario del ballet que es lo clásico, lo perfecto… Lo hermoso de esto es que, por donde lo veas, inspiras a la gente a sentir, pero a sentir cualquier cosa desde la felicidad hasta la rabia, tristeza y desesperación.

–¿De qué manera tus raíces venezolanas y latinoamericanas han influenciado tu proceso creativo?

–Yo diría que en todo. Desde mi comportamiento, mi idioma. El hecho de crecer moviendo las caderas al son de los tambores y zapateando un joropo, eso influyó en mí. Aquí en Estados Unidos me dicen que soy un poco Spicy, que quiere decir picante. El hecho de ser latina me ha beneficiado grandemente en mi proceso creativo  porque tengo la capacidad de hacer bailes que  nacen en los Estados Unidos pero siempre con un elemento diferenciador. Siempre tengo algo más que ofrecer así que sí, ser bailarina y latina es una bendición. En el latino el ritmo, el fuego, es algo natural y eso tiene la capacidad de atrapar las energías de cualquier parte del mundo. Es mi arma letal.

–¿Cuál ha sido el momento más épico que te ha regalado el baile?image1

–Fueron muchos pero la audición que hice para el Rebel Heart Tour de Madonna en Noviembre de 2014 fue memorable. Esta fue una audición abierta que ya había empezado en ciudades como París, Los Ángeles y terminaba en Nueva York. Buscaban tan solo una bailarina para el tour y varios talentos para los videos. Fui a participar junto a mis compañeros de la Universidad y en total éramos más de mil aspirantes. Eran tres días de audición y cada día había cortes que reducían ese número. Fui pasando las rondas hasta llegar hasta los últimos. Éramos 5 hombres y 5 mujeres. Yo no podía creer que estaba allí parada al lado de mis profesores en la Universidad, que ellos eran mi competencia.  Esa última ronda de la audición se sintió de vida o muerte y a pesar de que no me eligieron, ver cuando Madonna entró a escoger sus opciones fue increíble. Haber estado tan cerquita de una meta fue épico.

-¿En qué consiste el proyecto +58? ¿Cómo este proyecto le aporta a Venezuela?

Este es el primer proyecto que produzco con la compañía BGS y lo llamo así por el código telefónico de Venezuela. La idea es crear un álbum coreográfico y audiovisual con música venezolana e impecables talentos del baile latinoamericano. El fin es  resaltar y exponer la música venezolana ante el mundo mediante el talento más increíble, es por ello que estoy buscando la excelencia en cada participante. Busco de esta forma eliminar el estereotipo que engloba muchas veces los bailarines de aquí y demostrar que nuestros ritmos pueden llegar a inspirar. Quiero que sea el ruido y la huella que podamos dejar artistas venezolanas para el mundo.