Los rostros de Kubrick
Frederic Raphael, Michael Herr, guionistas y escritores de fama internacional se convierten en detractores y defensores de Stanley Kubrick tras su muerte. @LectorMetalico en este artículo bien estructurado, recoge los términos de esa polémica.

En marzo del año 1999 la industria cinematográfica es impactada por la repentina muerte de Stanley Kubrick, uno de los cineastas más influyentes del siglo XX. Tras la desaparición del enigmático director nacido en el Bronx (Nueva York, EE.UU) el mundo del cine enfoca sus reflectores sobre el escritor Frederic Raphael, quien desata la polémica con la publicación de Aquí Kubrick (Mondadori, 2000), libro donde narra su trabajo en el guión de Eyes Wide Shut, revelando diversos rasgos negativos del gran cineasta.
Frederic Raphael cuestiona la intelectualidad de Kubrick. Los constantes señalamientos y cambios exigidos por el famoso director fueron reportados por el también reconocido guionista como una falta de respeto a su jerarquía; siendo él autor de más de veinte novelas, entre ellas The Glittering Prizes (Penguin Books, 1976) adaptada a la televisión en una serie para la BBC; y ganador de un premio de la Academia al “mejor guión original” por Darling (película dirigida por el británico John Schlesinger en 1965). Estos méritos, junto a su talento en opinión de Raphael son desestimados por Kubrick y entonces, para equilibrar la balanza, él muestra un vergonzoso retrato del hombre creador de icónicos films: Spartacus (1960); 2001: A Space Odyssey (1968); A Clockwork Orange (1971); y Full Metal Jacket (1987).

En sus declaraciones y escritos Frederic Raphael describe a Kubrick como un hombre que depende de las habilidades que envidia, lo coloca en el lugar de los directores que no escriben: de aquellos deseosos de usurpar y retocar los guiones que no fueron capaces de empezar.
Un hecho inicial debilita la relación laboral entre ellos: con el fin de mantener el anonimato de la novela en la que se basaría el proyecto cinematográfico, Stanley le entrega las copias del libro con una peculiar alteración: el nombre del autor y el título han sido recortados. Desde este punto, marcado por la desconfianza, cualquier criterio justo del escritor se desvirtúa. La crisis luego se acentúa por los escasos apegos a las normas legales y protocolares de Kubrick, desveladas por la negativa de este a negociar el contrato por medio de sus respectivos agentes. Aquí Kubrick, que podría ser un libro interesante, no es más que un diario revelador de los sentimientos de Frederic, y un recordatorio a sí mismo de lo exasperante que el cineasta podía llegar a ser.
La respuesta al testimonio del ofendido guionista, llegaría en las letras de Michael Herr (1940 – 2016): escritor y corresponsal de guerra norteamericano que trabajó en el guión de la película Full Metal Jacket. En una nota para la revista Vanity Fair titulada Kubrick, publicada en el mes de marzo del año 2000, Herr construye una semblanza tomando como base la formación intelectual y artística de Stanley, donde extrae anécdotas que le ayudan a razonar e interpretar las manías que hacían de su personalidad algo único e irremplazable.

Michael relata conocer a Kubrick en el año 1980, a través de un amigo en común: David Cornwell (más conocido por su seudónimo John Le Carré, el afamado novelista británico especializado en historias de espionaje y suspenso). Es sorprendido por la lectura que el director había realizado de su libro Despachos de guerra (Anagrama, 1980): una crónica sobre el conflicto armado en Vietnam. En una cena le aclara (aunque le gustó mucho), que no quiere realizar una película de su libro, pero que le gustaría recibir algunas recomendaciones de su parte sobre novelas que refieran el tema de la guerra. Herr cuenta que no llegó a recomendarle libro alguno, se sentía algo cansado del tema ya que venía de trabajar en el guión de Apocalypse Now (film del director estadounidense Ford Coppola, 1979). En posteriores conversaciones que mantuvieron por teléfono, Kubrick le manifiesta su interés por el tema de la sombra, el arquetipo trabajado por Gustav Jung: el lado oscuro del hombre, donde se ocultan los rasgos que no son asumidos por la consciencia debido a la incompatibilidad con la personalidad dominante, pero una vez que se manifiestan y adquieren autonomía, se convierten en un agente antagonista del yo. Herr, que bien le dice que domina y le interesa el tema, recibe un largo tratamiento escrito por el cineasta sobre The Short-Timers (Harper and Row, 1979. Novela autobiográfica de Gustav Hasford, que cuenta sus experiencias como veterano de la guerra de Vietnam), y la propuesta de trabajar en el guión, dando como resultado el nacimiento del film Full Metal Jacket.
Michael Herr recuerda a Kubrick de la siguiente manera: como a un voraz lector que podía leer de diez a veinte libros por semana. Escritores como: Stendhal; Balzac; Conrad; Hemingway; Céline; y Kafka (al que consideraba el mayor escritor del siglo y el más malinterpretado) predominaban en sus gustos de lectura. Tenía una inclinación por lo creativo-subversivo presente en el trabajo escritural de William Burroughs. Se identificaba de una manera íntima con la figura de Napoleón. Dedicaba mucho tiempo al estudio y práctica del ajedrez.
Parece insólito que Frederic Raphael ponga en duda la intelectualidad de Stanley Kubrick luego de leer la semblanza que realiza Herr. El libro de Michael, que publica Anagrama en su serie dedicada al género de la crónica, trae un agregado que lo destaca de la nota previamente publicada en la revista: un epílogo titulado, al igual que el film, Eyes Wide Shut. Aquí, Michael se apropia del rol de crítico de cine (oficio que realizó brevemente para la revista The New Leader a principio de los años sesenta) y desarrolla, a la vez que aborda las diversas reacciones de los medios, sus opiniones para hacer frente a los detractores del último film dirigido por S.K.
Algo que llamó poderosamente mi atención: en ambos libros los autores comentan acerca del tema de la sombra, el arquetipo que tanto obsesionó a Stanley. Herr lo identifica como el impulsor y detonante de los trágicos destinos que el cineasta asignaba a los personajes. Frederic, narra la curiosa historia de un hombre que se hacía pasar por el afamado director, siendo este un hombre aislado, pocas personas en la ciudad de Londres podían identificar con exactitud sus rasgos físicos. El impostor murió dos semanas antes que Kubrick. El hombre abandonado por su sombra.
Es curiosa la sentencia con la que F. R. cierra su lastimoso libro: Los seres inmortales también mueren. Stanley Kubrick es lo más parecido a un dios, a uno de muchos rostros, puede que sea la mejor representación de Jano (en la mitología romana es el dios de las puertas, los comienzos, las transiciones y los finales. En el lenguaje, puede representar a una persona que revela aspectos muy disímiles entre sí). Aunque lo ignore, Raphael se ha convertido en un ser inmortal que también morirá. Será recordado, para su suerte y por siempre, como el guionista de Eyes Wide Shut y no como el indignado creador de un vergonzoso libro.