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“Más vivos que nunca” llega a las pantallas con una historia de libertad

La película se estrena este 6 de octubre en salas de cine pero ya ha tenido el reconocimiento del público venezolano

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El asilo El Edén se llena de alegría con los boleros y las ocurrencias de Paloma, una anciana que tiene como filosofía disfrutar la vida hasta que dure. Su muerte sorprende a quienes convivían con ella y, tras la negativa de sus familiares, un grupo de cinco ancianos decide cumplir su último deseo: esparcir las cenizas en el río de su infancia. Así es como Ángela, Ovidio, Herminia, El Profesor y Don Lorenzo emprenden un largo viaje en el que se reencontrarán con sus sueños de juventud y se enfrentarán a la persecución de sus hijos.

Más vivos que nunca narra una historia de libertad y rebelión. Muestra el abandono al que son sometidos los ancianos que viven en asilos pero, sobre todo, destaca la vida que aún late dentro de cada uno de ellos. Los personajes se enfrentan a los estigmas asociados a la tercera edad pero demuestran, a familiares y amigos, que aún así son capaces de tomar decisiones y de llevar el rumbo de su propia vida.

La semilla

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Laura Romero tuvo la idea de la película, escribió el guión y le pidió a Alfredo Anzola que la dirigiese. Para él esa fue una experiencia nueva pues nunca había dirigido una idea que no fuese suya. “Esta película era rara porque no es un cuento mío, yo he hecho películas porque quiero decir algo. Es la primera vez que trabajo con la idea de otra persona. Pero fue fácil acercarme a la historia. El cuento me gustó, me movió. Para el momento del rodaje ya estaba enamoradísimo del film”, explica sobre la creación del largometraje.

Para iniciar obtuvieron un financiamiento parcial del Centro Nacional de Cinematografía (Cnac), el resto lo puso la productora Cine Seis Ocho y algunos participantes de la película que se asociaron para completar. Laura Oramas se encargó de la producción ejecutiva, apenas el dinero se hizo efectivo contrataron todo lo necesario para garantizar que los precios se mantuvieran. “Tuvimos suerte que filmamos justo antes de la debacle. Si no hubiéramos contratado todo con anterioridad no lo hubiéramos podido hacer. Nos gastamos hasta la última puyita, pero no le debemos nada a nadie y ya la película está terminada”, afirma Anzola.

Rosario Prieto, María Cristina Lozada, Haydee Faverola, Eduardo Gadea, Pedro Durán y Gonzalo “Chile” Veloz son los actores que dan vida a los personajes principales de la historia. Anzola los llamó a cada uno y estuvieron encantados de formar parte del proyecto.

“Fue muy cómico porque todos los actores son viejos, somos contemporáneos y son amigos míos. Manejarlos era como manejar un kínder, pero uno chévere, porque además todos eran unos cuartos bate. Trabajar con unos actores de esa categoría y con esas horas de vuelo fue muy divertido”, explica Anzola sobre el rodaje. Gonzalo “Chile” Veloz, quien interpretó el papel de Ovidio, coincide con el cineasta. Para él grabar la película fue como estar en unas vacaciones muy divertidas. “Yo era el novato del grupo y fue increíble pararse al lado de todo esa gente. Cuando terminamos sentí que subí unos cuantos rangos”.

El resto del equipo actoral lo integró: Greisy Mena, Antonio Delli, Nohely Arteaga, Catherina Cardozo, José Roberto Díaz, Germán Anzola, Ana Isabel Hernández, Ana María Guevara, Ramón Roa, Maria Elena Matos, Luismarth Badres e Isaac Marrero.

Carretera adentro

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La historia de Más vivos que nunca transcurre en Caracas y en carretera, así que el equipo se instaló en Acarigua, en el campamento La Llanada. La rutina era grabar corrido desde tempranas horas de la mañana hasta el almuerzo a media tarde. Así quedaba tiempo para disfrutar las instalaciones y preparar todo para el día siguiente. El rodaje duró poco más de seis semanas. Se hizo de forma fluida a excepción del último día que hubo una vaguada en el estado Portuguesa que afectó la grabación de la última escena.

“Esta vez me pasó una cosa terrible. Dejé la última escena para el último día porque me parece mágico terminar de esa manera. Pero vino la vaguada, todo se inundó y el río donde íbamos a grabar se desbordó. No pudimos ni acercarnos, así que tuvimos que suspender. 15 días después hubo que resolver en un río secreto que encontré por ahí. Quedó buenísimo”, relata Anzola sobre los inconvenientes que tuvieron al momento de la filmación.

Jacky Schreiber se encargó de la mezcla de sonido y de hacer la música para la película. Fue una de las primeras personas que leyó la versión inicial del guión por lo que antes de empezar a rodar ya conocía la historia. Además tuvo la fortuna de estar en el set como media manager por lo que puedo integrarse mucho mejor con el film. “Una vez que Anzola termina el montaje de la película, había un esqueleto discursivo listo. Yo debía esperar que me diera las pautas y, en base a eso, hice un mapa de lo que quería musicalmente. Trabajar con Alfredo es muy cómodo porque él no me impone criterios. Me dice quiero esto de aquí a aquí, hazme propuestas. Después vienen los ajustes y los encuentros creativos”, afirma.

Para Schreiber lo más difícil no es la realización de la música per se, sino complacer al otro. Llegar al punto en que el director queda satisfecho con lo que se le ofrece y el compositor quede contento con lo que está haciendo. “Yo soy muy fastidioso y casi nunca me gusta lo que hago, pero esta vez quedé muy contento. La prioridad era que a Alfredo le gustara y así fue. Es muy satisfactorio que a un tercero le guste lo que tú haces”.

Emoción y público

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Más vivos que nunca participó en el Festival de Cine Venezolano de Mérida y ganó el premio a la película más votada por el público en redes sociales. Para Anzola este hecho fue curioso porque “el largometraje de los viejos ganó el premio de los jóvenes”. En general, la reacción del público ha sido muy positiva. Durante las proyecciones en la ciudad andina los espectadores se emocionaron con la historia y la función terminó con una ovación. “Esa experiencia en el festival fue muy bonita, la gente venía llorando porque estaba conmovida con la película. Yo la había visto solamente con el equipo y ver esa feedback fue muy especial. La reacción de los espectadores me hace ver con otros ojos el film porque se ríen, se emocionan. El público como que respira y tú lo sientes”, acota.

El largometraje llegará a las salas de cine nacionales el 6 de octubre con una historia -en palabras de Laura Romero- “conciliadora, esperanzadora y necesaria en estos tiempos”. Una película en la que se celebra la vida, la libertad y la solidaridad, porque más allá de la dura realidad hay que continuar avanzando. “Por más que sea difícil hay que seguir, si no lo hacemos no va a quedar nada. Si las cosas se llegan a enderezar, que todos apostamos a eso, tiene que haber algo de donde agarrarse. Hay que seguir”, finaliza el director.