Medea: el filicidio al ritmo de salsa
Hasta el primero de julio el público interesado podrá disfrutar esta versión de Medea del Olimar con la dirección de Marisol Martínez

Medea del Olimar (2009) es un monólogo original escrito por la dramaturga- directora de teatro y docente- uruguaya Mariana Percovich. Inspirado en un suceso real, que ocurrió en Cerro Chato ( Uruguay), trae al teatro el retorno del filicidio. Una madre estrangula a su hija y con esa muerte revive la tragedia de Eurípides. Si revisamos las versiones y tratamientos de esta tragedia- el personaje de Medea es el que mayores número de interpretaciones ha vivido hasta el presente siglo – señalan Andrés Pociña y Aurora López de la Universidad de Granada.
La propuesta de dirección de Marisol Martínez la lleva a convertir la estructura del monólogo en una pieza coral, en la que cuatro actrices jóvenes y una niña hacen las veces de coro que nos va conduciendo por el tormento de Medea. Desde el abandono de Jasón para casarse con la hija del Rey Creonte- Glauce- a quien también matará, hasta su espantoso crimen filicida.
Mito vivo
Perkovich – Martínez se apropian del mito. Un mito vivo. Que anima un acto de violencia extrema: dar muerte a una criatura que apenas despierta a la vida. Matar a un hijo. A una niña. Desamparar y arrebatarle el latido. Hacerlo sin pudor, sin dolor. Un castigo al amado infiel y mentiroso.
Medea y su coro de mujeres entrenan dentro de la cinta amarilla que advierte de la tragedia que ha ocurrido. La tragedia se traslada a un barrio caraqueño. Medea es el centro del chisme y las habladurías. La salsa con su fuerza de crónica hiperrealista hace su trabajo. Luego será el trap y la balada amorosa del desamor. Son las portadoras de la desgracia llevan criaturas en su vientre. Son las voces del mito resemantizado y aventado al siglo XXI. Hasta misión patria preñada hace un guiño. Las actrices se hacen a la escena, se transforman en fieras, en lascivia, en voces ancestrales. En la voz del fatum. La directora no sacrifica el texto clásico, se sostiene en el verbo poético, sin miedo. Tampoco abandona a los personajes de la tragedia clásica y sus posteriores miradas. Las hace presentes en un permanente reto al espectador. Casi Brechtianomente. El coro se asume, proclama y advierte del quiebre de la ilusión de la escena. Y más. El vestuario es una prolongación del acontecimiento escénico. Nada sobra. Hay escenas mágicas y estremecedoras. Las actuaciones conmueven, ocurren. El dispositivo es contundente se adosa a las actrices, ellas lo deconstruyen. El relato transforma la escena y viceversa.
Sin arrepentimientos
Allí están Jasón, el mal amor: la traición, el interés: el amor como valor de uso- valor de cambio. Medea es una vaca que pasta y espanta las moscas con la cola. Medea no se justifica, tampoco se arrepiente. Ha desperdiciado sus dones- como hija de Hécate, conocedora de artes encantadoras y mancias, en un hombre que no la ama. Y que no aprecia su sacrificio. Tampoco su ayuda en la aventura de recuperar el vellocino de oro. Lo castiga, se rebela ante su destino de mujer sumisa. Mata a la mujer con cuya unión podría haber llegado a ser rey. Asesina a sus criaturas. Medea del Olimar en Uruguay recoge el testigo. El crimen de Medea ocurre en cualquier lugar donde se manifiesta el arquetipo de la madre devoradora de sus creaturas y la mujer herida. La intervención del Deus ex machina resuelve al final. El montaje nos ha llevado por el relato desde el teatro en su máxima expresión poética: la imagen y la palabra en perfecta fusión y disparadero de emociones. Terror, piedad, compasión y catarsis han hecho la noche. Medea del Olimar es un montaje del nuevo colectivo de investigación y creación teatral Cero Drama conformado por Marisol Martínez- fundadora del ART-O- de Caracas, Hany Rivera – Teatro Coreográfico- Sandra Moncada, Randimar Guevara y Luz Dary Quitiàn (Medea) La temporada culmina el domingo 1 de julio. La sala Rajatabla está situada entre Unearte y el Teatro Teresa Carreño, cerca del Metro Bellas Artes. Las funciones son viernes a las 7:00 pm, sábados y domingos desde la cinco de la tarde. Las entradas están a la venta en la sala y con punto de venta. Solo se pide bajar el volumen de la música del Café Rajatabla. Da pared con pared del recinto. Siempre fue así y jamás se irrespeta el transcurrir de un espectáculo. El silencio es parte del encantamiento que trae consigo el carro de Tespis, lo merecen los actores, pagan por ello los espectadores.
Las Fotos son de Leo Segura tomadas de la página de Facebook de Rajatabla en la sección de fotos públicas.