El onírico reino de Lucas García
Bustamante reseña la nueva publicación del escritor e ilustrador venezolano: "El reino"

Lucas García retorna al género que le dio relevancia en la narrativa venezolana contemporánea. En su nuevo libro El reino (Ediciones Puntocero, 2017), nos trae un conjunto de relatos cargados de poderosas imágenes.
El autor se corresponde a la voz de los nacidos en la década de los años 70, generación arropada por la televisión y el cine. Quentin Tarantino con su film Pulp Fiction (1994), determinó el camino a seguir para el joven narrador (Lucas lo considera una de sus mayores influencias; el rescate de la novela negra americana dentro de la gran pantalla), construyendo antihéroes de breves diálogos filosos a lo largo de sus libros: Rocanrol (Grijalbo, 2002) novela ganadora del Premio Herrera Luque de Novela en el año 1999; Payback (Ediciones Puntocero, 2009); La más fiera de las bestias (Ediciones Puntocero, 2011); Acabose (Sudaquia, 2014).
Se puede comparar a García con autores de la literatura Pulp como Bukowski y Palahniuk (por nombrar algunos), que centran su prosa en las acciones físicas de los personajes. Con Salvador Fleján (otro autor venezolano contemporáneo) podemos conseguir similares características en su literatura (el cuento Festejo de Lucas García me recuerda a Albóndiga en salsa de Salvador Fleján, publicado en su libro Intriga en el Car Wash, en el año 2006 por el sello editorial Random House Mondadori).
El reino se divide en tres partes, que suman un total de trece relatos. En Espectros pop, los cuentos se desarrollan alrededor de personajes influyentes (para bien y para mal) convertidos en símbolos; estandartes de movimientos artísticos y sociales: Stanley Kubrick, Michael Jackson, Hitler, Anne Sexton y Sylvia Plath. En su segunda parte, Thriller remix; las historias tratan de personajes que viven al límite, algunos son victimarios que se convierten en víctimas, otros, alienados que viven atormentados por las consecuencias de sus actos. En su tercera y última parte El reino (relato que da título al libro), se manifiesta la angustiosa complejidad de un hombre en su cotidianidad.
Llama la atención una característica presente en la mayoría de los relatos que conforman El reino: muchos de sus personajes se debaten entre el mundo físico y el onírico, confunden la realidad con los sueños. Al igual, viajan de la razón a la locura, de la negación a la euforia, habitan (literalmente) entre la vida y la muerte:
Nunca has estado en esta habitación. Susurro de aire acondicionado. Poca luz. Es como soñar, piensas. Pero más vivo. Diáfano. (…) Tomas la biblia de segunda mano y la abres en cualquier parte:
Eclesiastés 9:5, «Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido». (p.27).
Un cuento que destaca es 5.999.999 veces más, relato que bebe de fuentes históricas y de las conspiraciones (inciertas y misteriosas, que siguen sin comprobarse) para contar una interesante ficción alternativa de la vida de Hitler, anulando su muerte junto a Eva Braun en el Bunker. El Führer sobrevive para ser objeto de un destino mucho más aterrador.
Lucas García también es un gran ilustrador, y como tal, un diestro constructor de imágenes. Su narrativa, sin recargar su prosa, se incrusta en la imaginación del lector:
(…) Al acercarnos descubrí que levantaban un cuerpo. Un hombre joven, vestido con jeans y una chaqueta con un paisaje de playa pintado en el pecho. El hombre dispuesto entre la calle y una cera. Inanimado. Casi carente de huesos. O profundamente dormido. Un sueño tan pesado que la incomodidad del asfalto y el trajín de los policías y el sonido de las cornetas y el humo de los tubos de escape no podía alterar. Un sueño imposible e inquebrantable.
Un sueño perfecto. (p.142).
Como narrador, su mayor influencia viene del cómic y del cine. Su prosa, de un ritmo vertiginoso, así lo demuestra; ella está marcada por la inmediatez de la acción, elaborada en frases no muy extensas, hiladas a través de un punto y seguido:
Yo te conozco, dice alguien a mis espaldas.
Me vuelvo a medias, descolocado. Intento al mismo tiempo abrocharme los pantalones y parecer relajado. Fracaso en ambos propósitos. El hombre en el reservado me señala, la puerta de aluminio abierta. Está sentado sobre la tapa del váter, en su mano tintinea una esclava de oro. (p.125).
García nos invita con El reino a mirar por una ventana la realidad que compartimos (sin saberlo) con la “zona fantasma”, lugar donde la ley y el orden son la violencia.