¿Por qué ‘Parásitos’ triunfa en los Oscars?
Carlos Caridad Montero, en este artículo, traspasa los enfoques epidérmicos que normalmente caracterizan el día siguiente a la entrega de los Oscars y refiere una suerte de revolución en acto en Hollywood para adecentar la industria, ampliar los mercados, actualizar los contenidos, emplear nuevos talentos y competir con las nuevas plataformas. Todo verdaderamente emocionante.

Era la película que merecía ganar, pero las tenía todas en contra. Se trataba de un film surcoreano con diálogos en coreano. Repetía la doble nominación de Roma, del mexicano Alfonso Cuarón, el año pasado, como Mejor Película no inglesa y Mejor Película. Y Roma no lo consiguió. Además, Parásitos no había sido la película mimada en el circuito de festivales. Ese honor se lo arrebató 1917, de Sam Mendes.
Pero al final de la noche Parásitos se alzaba con el premio a la Mejor Película y a la Mejor Película Internacional (este año se cambió el nombre de esta categoría), además del premio al mejor director y al mejor guión original. Ha sido una situación inusitada. Pero más allá de sus méritos artísticos, la premiación a la película de Bong Joon Ho es producto de la revolución que está teniendo lugar en Hollywood puertas adentro.
Una revolución que como toda revolución que se precie, comenzó con la caída del monarca, Harvey Weinstein.

Harvey Weinstein Vs. Bong Joon Ho
El realizador surcoreano no era desconocido del todo en Hollywood. En 2006 había sacudido Cannes con el estreno de The Host, un trepidante film de monstruos con un trasfondo ecologista y un nostálgico comentario social. A esa película seguiría Madre y, finalmente Snowpiercer, un intenso thriller distópico con un elenco internacional.
The Weinstein Company compró los derechos de distribución para Norteamérica y Weinstein, para hacerle honor una vez más a su remoquete de Harvey “Manostijeras” Weinstein, se propuso cortar 25 minutos de metraje, para destacar al actor Chris Evans.
-“¡Wow!” Exclamó Weinstein, “¡Eres un genio! ¡Vamos! ¡Cortemos el diálogo!”.
A partir de allí, director y distribuidor se enzarzaron en una pelea por el corte final de la película. Bong Joon Ho logró mantener intacta su visión artística. Pero Weinstein no se quedó con esas: no la distribuyó a nivel nacional en los Estados Unidos y delegó la tarea a su sello de cine especializado.
Los premios a una película tan cuestionadora y ácida es además un triunfo sobre cierto cine blandengue y descafeinado que había impuesto el productor en los premios, con tácticas no siempre del todo limpias: Shakespeare in Love, El Discurso del Rey… ¡The Artist! La primera película no inglesa en ganar el Oscar a la Mejor Película (francesa de producción, pero silente).
Destronado Weinstein, Hollywood lucha por sacudirse las perniciosas prácticas y vicios que hereda el productor y distribuidor. Y acaso esta premiación sea también una forma de reconocer la valentía de Bong Joo Ho al enfrentarse al monstruo.

Hollywood: Muros adentro, puertas abiertas
La industria cinematográfica estadounidense, acaso la más poderosa del mundo, también está librando una dura batalla para conquistar mercados internacionales, ante el empuje de las plataformas de streaming como Netflix o Amazon, que devoran el mercado local. Nada más hay que ver el desdén con que la Academia ha tratado a Netflix en esta edición.
Y para Hollywood no hay mercado más apetecible que el asiático. Hollywood necesita un socio en el Lejano Oriente. Y la industria surcoreana es quizás la más occidental de Asia. Y una de las más poderosas. Los surcoreanos se han cuidado de hacer un cine diverso y de calidad, siempre con los espectadores en mente.
No han descuidado el cine de autor, pero mantienen un ojo puesto en el de género para asegurar su público. Corea del Sur ha aprendido bien la lección del cine de Hollywood y acaso los norteamericanos vean a la industria surcoreana como ese aliado que tanto necesitan para entrar a un mercado de más de dos millardos de potenciales espectadores. Los premios a Parásitos lucen como un buen punto de apoyo para tender ese puente.
Abrirse al mundo pareciera ser el objetivo de Hollywood, justo cuando en la frontera con México se construye un muro.

Bong Joon Ho: coreano internacional
En una cinematografía que no se avergüenza de su influencia estadounidense, Bong Joon Ho es uno de los directores coreanos más es hollywoodenses. Pupilo aventajado de Hitchcock, a quien rinde homenaje en Parásitos, en el par de ocasiones en que ha incursionado en el idioma de Shakespeare, ha salido bien librado: Snowpiercer, Okja.
Además, casualmente, sus obsesiones encajan a la perfección con el actual zeitgeist: la preocupación por el medio ambiente, la corrupción policial y política (Memories of Murder, The Host, Snowpiercer, Okja), la división de clases y los privilegios de las élites (Snowpiercer, Mother, Parasite), la polarización de la sociedad, los abusos de la industria de alimentos, el veganismo (Snowpiercer, Okja).
Bong Joon Ho le hinca el diente con ferocidad a estos tópicos sin ser panfletario. La mirada cuestionadora va dirigida tanto a las élites ensimismadas en su embobamiento, como a los desposeídos, aprovechados, mentirosos, vagos y estafadores.
Una revolución está en marcha en Hollywood y el triunfo de Parásitos es la prueba más evidente. Pero esto es apenas el comienzo. Emociona pensar lo que vendrá a continuación.