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Premio Eugenio Mendoza: El mínimo recurso se pone a valer

12 jóvenes artistas compiten en la decimocuarta edicón del Premio Eugenio Mendoza. La exposición se inauguró a casa llena el pasado domingo 22 de enero en la Sala Mendoza de la Universidad Metropolitana de Caracas

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El 26 de este mes el jurado integrado por Sofía Hernández Chong Cuy, Eliseo Sierra y Luís Lizardo dará a conocer el nombre del artista ganador de la Edición n° 14 del Premio Eugenio Mendoza. Crece la expectativa en los doce  finalistas quienes con sus propuestas fueron seleccionados por seis curadores venezolanos y extranjeros, entre más de 100 contendores. La presidente de la Sala Medoza, Luisa Mariana Pulido, subrayó en la apertura de la primera exposición del año, la buena acogida que tuvo en el mundo cultural venezolano la dinámica del Premio porque “permite que muchos artistas puedan ofrecer sus obras y que los curadores puedan estar mirando esas obras hasta seleccionar a 12 artistas”. El premio, en esta ocasión, consiste en una estadía de tres meses en la Residencia para creadores, Lugar a Dudas en la ciudad colombiana de Cali.

Numeroso público visitó la Sala Mendoza el domingo pasado y  al conversar con algunos de los concursantes, pudimos conocer que en medio de la heterogeneidad de las propuestas, hay coincidencias en el lenguaje y la forma de expresar los mensajes. Se observa el empleo del material de reciclaje en la realización de las obras, la preocupación de los artistas por el medio ambiente o por el urbanismo de las ciudades; por la realidad social e incluso política de Venezuela con indicadores como las colas, la criminalidad, la impunidad, las masacres o la ausencia de políticas eficientes en el manejo de los problemas por parte de los gobernantes.Y en términos de diversidad,  mientras una artista plasma su mundo interior y afectivo en fotografías analógicas,  otro  joven ilustra  la diferencia de las clases sociales desde tiempos remotos y una de las más jóvenes finalistas explica cómo los doce caballos del griego  Jannis Kounellis, impactaron su vida.

La bolsa del mercado usada como fragmento de la historia

Esmelyn Miranda Foto: Gerardo Rojas
Esmelyn Miranda Foto: Gerardo Rojas

–Mi nombre es Esmelyn Miranda tengo 39 años. Soy de Valencia. Me formé en Valencia y Méjico. No pasé por la Universidad – explica el artista sobre su formación-  pero desde hace años estudio arte, experimento con el dibujo, en principio debido a mi habilidad manual  y luego alimentando esa capacidad con conocimientos sobre muchas cosas.

–La obra que estoy presentando aquí –continúa – se llama De julio a agosto 2016 y  es un compilado de material que recogí en las colas. Todas las bolsas plásticas de mercado que recogí estaban  manipuladas por las personas que estaban en la fila donde compraban los productos en diversos sectores de Valencia. Yo  intercambié paquetes nuevos por los usados. La gente repelía ese intercambio pero en mi opinión era importante tener bolsas usadas,  porque yo no quería una fotografía del momento sino buscar un material representativo de un fragmento de la historia que vivimos.

–¿ Por qué eligió este tema?

— Porque es atípico. Nosotros, salvo contadas excepciones, nunca tuvimos que hacer colas. Teníamos la capacidad de adquirir con facilidad  todas las cosas. Además me motivó reunir el material  de alegre colorido que contrasta  con la situación de escasez  y tristeza que nos afecta. En otras etapas de mi trabajo plástico recogía  papeles y afiches de las campañas publicitarias de las elecciones y eso lo transformaba en material pictórico.

El oro: color de la bala y la violencia

"El libro dorado" Dianora Pérez Montilla Foto: Gerardo Rojas
Dianora Pérez Montilla Foto: Gerardo Rojas

–El libro dorado es la obra que presento en este espacio – afirma la artista Dianora Pérez – el texto está escrito en Braille y en castellano con el fin de  propiciar la lectura a dúo de un vidente y un invidente. El libro tiene tres capítulos. El primero cuanta las masacres ocurridas en Ciudad Bolívar desde el año 2006 hasta el año 2012. En la segunda parte está la ubicación por zonas o municipios de las minas ilegales de oro en Ciudad Bolívar y  algunas respuestas a la  interrogante: ¿explotación minera o saqueo?  La última parte es una página negra donde encontramos las políticas gubernamentales que nunca sirvieron para nada ni atacaron el problema en cuestión.

–Lo que ocurre – continúa la docente – es que nosotros desconocemos lo que pasa en esa zona del país y para poder armar  El libro dorado tuve que realizar una exhaustiva investigación hemerográfica y por Internet. Se llama así y empleé el color del oro en sus páginas, porque el libro trata del oro, pero también de la bala y de la violencia. Una violencia que a veces es desatada por policías disfrazados o  grandes organizaciones dedicadas a la extracción de piedras preciosas y  llegan a matar a un minero que no pagó la vacuna, o que  puede ser el resultado del enfrentamiento de bandas que luchan por la tenencia del oro, mineral que representa poder y dinero.

–¿Por qué incluyó en su libro de arte el Braille?

— Primero porque es un lenguaje que la mayoría de nosotros desconoce. Porque nosotros podemos interactuar con un invidente pero somos incapaces de acercarnos a ellos. El libro dorado es una invitación a leer juntos, a dúo. El Braille me enamoró porque es un lenguaje que permite tocar la palabra con los dedos y es un alfabeto en el cual carácter se hace punto. Se trata de una forma de expresión diferente. Además, como docente, me interesa conoce el código de un estudiante invidente.

— ¿Cuál es la estética de la obra?

–Trabajo con la estética del deterioro. Dentro de la categoría del deterioro hay una estética de la violencia  que en mi obra está representada por la muerte. Significa que hay un componente de necrofilia dentro de la estética formal.

–¿Cómo conecta El libro dorado con su trabajo anterior?

–Hice una primera obra en  Braille sobre aluminio. Tomé  textos de Salvador  Garmendia donde describe bellamente paisajes de  Caracas  y los convertí en un grabado con el alfabeto de los invidentes. Luego trabajé un tiempo en una imprenta. Me encantó la forma de los libros e hice varios libros de artista.  Tengo El  libro rojo, que se exhibe en el Museo de Arte Carlos Cruz-Diez  y trata sobre todos los presos que están en el Sebin. Está escrito con tinta roja nombre a nombre. También hice otro libro recordando los muertos por causas políticas desde 2002 hasta 2012 sin distinción de bando político. Tengo El libro azul hecho en papel carbón y Braille que cuenta los sucesos de Amuay en 2012;  una masacre sin responsables  porque todo eso quedó así  pese que todavía hay desaparecidos a consecuencia del hecho.

 “Yo colecciono imágenes”

Rosa Chávez
Rosa Chávez Foto: Gerardo Rojas

Rosa Chávez de 28 años, profesora de dibujo técnico, realizó estudios en Artes Plásticas en  el Instituto Pedagógico de Caracas y posteriormente cursó por dos años fotografía en la ONG, en los cuales profundizó sus conocimientos técnicos sobre el antiguo proceso de revelado. Ella presenta en la muestra un conjunto de fotos que describe a continuación:

–Todas estas imágenes son  personales, de carácter  profundamente humano. Esta – indica la artista-  es una fotografía de mi papá (esquina inferior derecha). Yo tenía 18 años sin verlo y el año pasado fui a reunirme con él y a curarme un poco. Él vive en Manta, en la costa de Ecuador. Esta otra imagen de la playa, representa una suerte de reconciliación con él y con mi propia vida. Las dos fotos siguientes son situaciones de la cotidianidad que generalmente pasan desapercibidas y la última es una puerta en París.

Explica Rosa Chávez que todas sus fotos son analógicas e intervenidas con pliegues en el papel que cumplen una función.  Los pliegues pueden realzar la línea del horizonte o el rompe ola de la playa y darle más volumen a una parte de la fotografía en contraste con otra. Asegura que ella no hace retratos, genera colecciones de imágenes en su  permanente transitar. Para esta artista la exposición y el concurso son importantes porque impulsan la creatividad en el arte, la comunicación, el apoyo mutuo y hasta la hermandad en artistas de una misma generación.

Arena lavada

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Samuel Yanez Foto: Gerardo Rojas

Arqueología poética de un distanciamiento es la tercera pieza de la misma exploración que hizo Samuel Yanez  con  montículos de tierra.

–Es arena lavada- dice el artista y añade: “La mayoría de los aspectos de la pieza y de esta investigación se han ido manifestando progresivamente y yo sigo los rastros que se me presentan como un libro de la sociedad arqueológica de Venezuela”.

— ¿Por qué esta tierra? – pregunta el autor de la obra y responde: Porque esta arena lavada es la calidad de suelo que está produciendo la Humanidad. Es un hecho relevante porque se trata del suelo que producimos como sociedad. Es una tierra no apta para ser cultivada. En ella no crece la grama. La erosión del suelo rompe el ciclo orgánico de la tierra, porque el suelo es como un organismo vivo y si  le quitas la piel, es decir, la capa vegetal, el agua simplemente lava la tierra y queda esto.

–Los montículos – explica Samuel Yanez – son parte de una búsqueda relacionada con las formas elementales. La Humanidad ha producido montículos desde que tuvo su salto del neolítico al paleolítico. De cuando las sociedades pasan de estar conformadas por cazadores y recolectores a agricultoras. Desde entonces se produce una suerte de diferenciación,  porque hay alguien  que sabe cómo aplicar la agricultura y el resto de la gente trabaja. En Venezuela esa etapa corresponde  al surgimiento de los Cacicados; una sociedad donde hay un Cacique que construye un montículo para remarcar que él es diferente a los demás.

“Desde otros puntos de vista, mi obra es espacial, simbólica, efímera. Me emociona la respuesta del público y de los expertos porque  yo sé que estas formaciones tienen una esencia que trasciende las palabras  y muchos comparten esa percepción”, concluye Yanez.

Inventario

Eduardo Vargas Rico Foto: Gerardo Rojas
Eduardo Vargas Rico Foto: Gerardo Rojas

–Mi nombre es Eduardo Vargas Rico, soy de Barquisimeto y trabajo allá – dice el artista a manera de presentación y  expresa: “He venido experimentando la obra de arte como un  proceso continuo. Me interesa que la obra termine abierta y que a nivel de significado el lector  la interprete libremente como un síntoma de la crisis del objeto desde el punto de vista semántico y estructural”.

Para aclarar  esta idea Vargas Rico señala : “El significado de esta repisa es hacer un inventario de objetos y lo novedoso del proceso es que involucro la imagen con el objeto. Por ejemplo, puedo construir una nota crítica a partir del mínimo recurso, del detrito,o puedo vaciar un libro y luego emplear las páginas como imágenes o recubrir un hueso de oro. En síntesis, agrupas, armas, desintegras, etcétera”.

–El resultado está a la vista, tiene una estética residual  que comulga con el resto de las que piezas de la sala por el empleo del mínimo recurso que además es el reflejo del país – concluye el artista.

Aire fresco

Paola Nava
Paola Nava Foto: Gerardo Rojas

Cuando Paola Nava descubrió la obra Los doce caballos vivos de Jannis Kounellis representate el movimiento “Arte Povera” en los 60, su vida cambió porque se sintió atraída ante la posibilidad de hacer cosas como esas y concluyó : “ Si esto es posible, todo es posible”. Desde entonces la joven maracucha experimenta con materiales de reciclaje o de construcción,cosas que se encuentran en su entorno.

La obra que presenta en la Sala Mendoza conjuga un aire condicionado sobre una estructura de madera de pino, una suerte de sistema de riego que parte del equipo del aire para regar una palmera natural que constituye el segundo elemento de la obra.

— Yo soy de Maracaibo y de ahí viene una arquitectura concebida en función del aire acondicionado y no de la palmera o el ambiente natural de la ciudad como debió ser– dice Paola Nava y subraya: “ El aire acondicionado se introduce cuando llegan los petroleros, pero Maracaibo debió ser diseñada para un clima caluroso con sistemas tradicionales de ventilación. Fue un error encerrar las casas con muros porque ésto ha generado más calor.

En su obra, la artista juega con un sistema de riego  desde el aire acondicionado a la planta e introduce  otros elementos para lanzar un mensaje de protección al ambiente,una tendencia de varios artistas en todo el mundo.

Correspondencias de Ultramar

Además de la exposición de los jóvenes, en la Mezzanina de la Sala Mendoza se presenta el resultado de un proyecto conjunto entre Venezuela y España. Correspondencias de Ultramar #1 es el título que lleva esta interesante y pertinente propuesta que, bajo la curaduría de Patricia Hambrona García y con el patrocinio de la Embajada de España en Venezuela, pone en diálogo a un artista venezolano con un artista de origen español. Este proyecto tendrá continuidad después en Maracaibo, en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (Maczul), con exposiciones individuales de los artistas españoles involucrados.

La primera correspondencia que ya está expuesta, se establece entre el trabajo de la artista española Alicia Kopf radicada en Barcelona, España y la propuesta del artista venezolano radicado en Berlín, Marco Montiel-Soto. Este último, en su condición de explorador, inmigrante y nómada registra sus reflexiones en torno a lo local, al territorio y a la experiencia del desplazamiento vinculado a la memoria y al recuerdo, todo ello desde el vídeo y la instalación como recursos formales. La española, por su parte, apasionada de los polos gélidos, refleja una relación metafórica con el territorio desde la revisión de documentos de exploraciones polares de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, registrando a través del dibujo una reflexión en torno a la conquista, la resistencia, la obsesión y la problemática del territorio. Con este diálogo y el viaje como pretexto de una exploración más íntima, se juntan los dos artistas a través de cartografías, más poéticas que geográficas, que se proyectan en la muestra.

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