El relato breve es un pellizco a la consciencia
José Gregorio Bello Porras es el autor de una extensa bibliografía; dos semblanzas, una novela juvenil, un libro de relatos, textos de estudios, libros de autoayuda y psicología, libros de valores, un libro dedicado a la fotografía y varios de poesia haikú y ficción breve

Algo insólito sucede en Caracas. Dos personas se conocen y se frecuentan por un tiempo en la ciudad. Coinciden en la vía, en ciertos ambientes de estudio o de trabajo, en el Metro, en el cine, o se cruzan en sentido contrario por las escaleras mecánicas de un Centro Comercial. De pronto dejan de verse y en décadas no vuelven a saber nada el uno del otro. Un buen día, los dos amigos se reencuentran. Pasaron más de treinta años. En este caso, somos José Gregorio Bello Porras que hoy es una figura pública y yo, la periodista María L. Lombardi, directora de Esfera Cultural. Nos reunimos en el café Migas de Altamira para sostener la siguiente entrevista.
–No recuerdo dónde nos conocimos- le digo al laureado escritor J.G. Bello Porras cuando se me acerca en el café.
— En Libros al día- responde. Eso me da pie para comentarle que la mayoría de los colaboradores de esa revista, que se publicó en torno al 77 dirigida por Earle Herrara, se convirtieron en afamados escritores; por ejemplo, Armando José Sequera, Luís Sutherlan, Miro Popic, Livio Quiroz, Juan Carlos Palenzuela.
Nos sentamos en una mesa externa y comenzamos a conversar, pero no imaginé que el ruido ambiente causaría tanta interferencia en la grabación.
— Incursionó en diversas áreas; fue escritor, fotógrafo, psicólogo y comunicador. ¿Cómo ocurrió y cómo repercutió tanta versatilidad en su vida ?
–Todo fue parte de una vocación que se manifestaba de diversas maneras. Me interesó y luego me apasionó la fotografía. Empecé a tomar fotos desde niño e igualmente desde niño me interesó la lectura. En aquel momento me apasionaban los libros de aventura pero en medio de mi afán por leer comencé a interesarme en la vida de las otras personas. Me interesaba escuchar las historias de mi bisabuelo y de mi abuelo, así como de extraños y eso no sólo me inspiraba literariamente sino que me condujo hacia la psicología. No tuve un propósito preestablecido, las actividades se iban solapando unas a otras. Pasó que yo comencé a practicarlas, unas y otras. Un día alguien me preguntó por qué no me dedicaba a la comunicación social y resultó que siendo psicólogo ya había hecho radio, cine y televisión, es decir, un poco de todo.
–No deja de intrigarme, cómo pudo tener una vida tan productiva.
–Fue por la dedicación que le puse a cada actividad. Por ejemplo, nosotros, antes de tomar parte de los talleres del Celarg, creamos un grupo literario integrado por Armando José Sequera, Carlos Zavarce y yo. Escribíamos copiosamente y a veces hacíamos una especie de maratón de escritura donde había que escribir hasta desmayar. Incluso una vez me planteé un maratón de lectura; tenía que leerme al menos 100 libros en tiempo limitado y así lo hice. Más tarde tuve que canalizar ese impulso hacia la lectura y conducirlo a la creación. Uno muchas veces se dedica a estudiar, a sus trabajos formales, pero descuida su verdadera pasión que en mí caso es escribir. Logré con mucha tesón conjugar las tres cosas importantes en mi vida, trabajar como psicólogo, ayudar a otras personas y escribir gran cantidad de libros de psicología sin contar los de poesía y narrativa.
— ¿Por qué se mantuvo alejado de la publicidad y de los medios de comunicación?
–Yo siempre he sido muy discreto y debe ser por eso que lo dejé correr de esa manera. Sé que, por momentos, el armar un poco de ruido mediático hubiera ayudado a la venta de una edición, pero me agradaba la idea que el libro mismo se probara. Una concepción bastante ingenua porque ¿si no se anunciaba, como se podía probar?
–Actualmente en Venezuela estamos viviendo un boom de fotografía. Prolifera el fotolibro, las exposiciones, foros y conferencias de fotógrafos que muestran sus producciones recientes y retrospectivas de su trayectoria. ¿A qué cree que se debe este renovado interés por la fotografía?
–Yo creo que es algo que se le debía a los fotógrafos. La fotografía es un acto reflexivo importante. En lo personal me pasó que perdí todo mi archivo fotográfico en una mudanza. Uno de los camiones desapareció con todo lo que había cargado en casa.
–¿Cómo definiría las características de su fotografía?
— Actualmente es una foto con texto. Cuando comencé las fotografías que hacía sí eran de carácter documental, arquitectónico, portadas de libros. A veces eran reportajes a personajes y en la revista Encuadre tuve la oportunidad de escribir el comentario fotográfico y la reseña de exposiciones y de libros de fotografía.
–Revisando los títulos de los numerosos libros de autoayuda y de valores que escribió, se entiende que quiso darle a sus lectores herramientas para estar mejor ¿Cuáles son esas herramientas?
–Primero la reflexión. Solamente uno mismo puede encontrar la verdadera ayuda para resolver la situación. Cuando uno pretende buscar una ayuda externa simplemente encontrará en el otro, un reflejo de sus debilidades y de los problemas que le impiden ser mejor. Lo que yo pretendo es ayudar a la persona a observarse a sí mismo y a no depender de su guía a quién, en determinado momento, puede perder.

— Ante los acontecimientos que suceden en Venezuela y que desestabilizan al más fuerte ¿qué sugiere para cuidar un poco la salud mental?
— Cuidar la salud mental significa tener la disposición, en un momento dado, de decir basta a esta situación y escoger un camino propio. Por ejemplo decir: “Hasta aquí está bien, pero el resto del problema no me pertenece y desde hoy voy a verlo de una manera diferente y voy a hacer otra cosa”. Aproximarnos a la salud mental es darse uno la posibilidad de escoger una vía que hasta ese momento le estaba negada.
-De su libro titulado Valores esenciales para la vida en Familia y en la Comunidad, editado por Biblioteca Básica Temática del Conac en 2004 , se vendieron un millón de copias. ¿ Cómo lo explica?
— Trataba de los valores esenciales, aquellos que todos tenemos y que a veces no lo queremos aceptar. Eran unos valores verdaderamente esenciales, el amor, la solidaridad, la libertad, la constancia y perseverancia y otros muchos. Es posible que el libro llegara en un momento en el cual muchas personas sentían la necesidad de leer sobre el tema. De allí el éxito editorial que tuvo.
–Como usted sabe, hace pocos días en Venezuela hubo un conato de golpe de Estado, una serie de eventos en la diplomacia internacional referidos a Venezuela, marchas de protesta, choques violentos entre fuerzas de seguridad y colectivos con los marchistas, interrupción del transporte público y para de contar… ¿ Qué opina al respecto?
— Creo que cada quién tiene la capacidad de interpretar esos hechos, sin embargo, cuando se producen una gran cantidad de información y muchos rumores, la persona se va cargando y en cualquier momento va a reaccionar de una manera explosiva. Esto ocurre porque hay situaciones extremas que producen en el individuo una serie de miedos que exacerban la conducta. Uno no puede vivir en una burbuja, es decir, no podemos aislarnos, así que tenemos que tomar distancia de algunos sucesos y continuar viviendo. La idea es no dejarse dominar por el temor, porque ese nos resta energía y nos quita la posibilidad de reaccionar. Es necesario estar atento y evaluar las informaciones, muchas veces cargadas de dudosas intenciones.
–Desde el punto de vista de la poesía ¿por qué optó por el haikú?
–Es una forma poética que tiene una métrica de cinco, siete y cinco sílabas. Son 17 sonidos y en eso tan corto, el autor expresa algo que encuentra en la naturaleza e interioriza. Los haikus expresan sentimientos, emociones, lo cotidiano, imágenes con la finalidad de crear conciencia sobre una vivencia o un sentimiento o un asunto en el lector.
–Es de los pocos cultores en Venezuela de la Microficción ¿Cuál la virtud de esta forma literaria?
— Es contundente. Se trata de sintetizar un contenido pero necesariamente debes transmitir una idea completa. Se omite lo superfluo y se rescata lo necesario. Cada una de las formas literarias, en su momento, tiene una serie de características que le facilitan al escritor que cumpla una función. Ante la avalancha de sucesos y e historias que se producen en nuestros días, el relato corto tiene la ventaja de pellizcar al lector y su consciencia.
— ¿Podría referirse a su obra Náufragos en la calle?
— Es un libro de relatos de 100 personajes arquetipales. Personajes que se han hecho estatuas vivientes y necesitan del lector para sentir que existen. Son personajes de calle de Caracas, parecen totalmente desechados por el resto de la sociedad. Son los que hacen oficios menores, buhonería, la mendicidad, pero su oficio no es lo importante, lo verdaderamente importante es lo que les ha ocurrido en su vida, lo que llevan en su mochila y en esa historia está la profundidad de esa persona.