Es “Rojo” porque el infierno está en la memoria
Los tormentos de Mark Rothko, pintor del expresionismo abstracto, inspiran la obra que está en la cartelera del Trasnocho Cultural desde este 2 de junio

La oscuridad es absoluta: sólo el olor de la pintura insinúa estar en medio de alguna especie de taller. Poco a poco pinceles, brochas, lienzos se abocetean solos a medida que aparece la luz. Lo hace a cuentagotas, con la parsimonia de quien sigue el ritmo de un pianista temperamental y disonante. La luz decide completar su aparición; dibuja a pinceladas al hombre y su tormento: el artista que intenta arrancarle a su pintura la manera de terminarla. ¿Quiere crearla? ¿O tal vez matarla? La pintura no lo dice, y a él se le agota la paciencia.
Le pregunta a su ayudante qué es lo que ve. La respuesta es ambivalente: Rojo.
Génesis
Rojo es una obra original del guionista John Logan, padre de la serie Penny Dreadful y autor de El Aviador, El último samurai, Sweeney Todd y Gladiador, guión cuya autoría comparte con William Nicholson y David Franzoni.
Red es la acreedora del Drama League Award 2010 en la categoría de producción distinguida y Mejor interpretación para Alfred Molina por su trabajo encarnando a Mark Rothko, además de poseer seis Premios Tony. Se ha presentado con éxito -además de sus múltiples presentaciones en territorio americano- en países como Chile, Japón y México.
En Venezuela, fue la quinta pieza del II Festival de Teatro Contemporáneo Estadounidense que realiza La Caja de Fósforos en equipo con la Embajada de Estados Unidos en Venezuela. Este año regresa a la cartelera teatral con el apoyo de ambas instituciones, pero esta vez en el Espacio Plural de Trasnocho Cultural.
Sobre el primer acercamiento a este texto cuenta Daniel Dannery, su director, que fue gracias al buen tino de Orlando Arocha en el taller superior de Puesta en escena que organiza anualmente en La Caja de Fósforos. “Arocha abre un abanico de posibilidades de obras contemporáneas de la dramaturgia norteamericana, que deben leerse por completo. A partir de ese primer interés, vas descubriendo cuales son los textos que más te atraen”, comenta el joven director de teatro que es también egresado de la Escuela de Artes, mención Cine, de la Universidad Central de Venezuela. “Es enriquecedor en todo sentido porque la metodología del taller te permite tener la visión de 360º que un director de teatro debe tener ”, agrega.
En el texto
Para Dannery, su formación como cineasta fue crucial al momento de abordar la problemática tridimensional que plantea Rojo tanto en el arco dramático de la historia como en las diatribas internas de cada personaje. “ Logan, en ese sentido y respetando la ley de los géneros narrativos, construye un texto brillante con una precisión de relojería. Las cinco escenas, desde lo técnico, cumplen a la cabalidad la estructura de cinco actos del guión: Presentación de personajes, Primer punto de retorno, desarrollo, segundo punto de retorno, y clímax”, explica.
Construir una maquinaria como la planteada por el texto y la requerida por el director exige actores que no se conformen sólo con “interpretar”. Se trata de “encarnar” el personaje. El papel de Mark Rothko, el monje atormentado del expresionismo abstracto, recae sobre el veterano Basilio Álvarez –¡Ay, Carmela!, El Enemigo del Pueblo– mientras que el papel de Ken, su joven contraparte y asistente, es responsabilidad de Gabriel Agüero Mariño –Piel Mercurio, El loco y la Camisa-.

Rothko Vs Pollock
El texto de Logan se ubica cronológicamente en los últimos años de carrera de Mark Rothko, en el cual su obra pictórica abandonaba poco a poco los colores vibrantes para darle paso a la paleta de colores tierra: ocres, marrones, rojo oscuro y eventualmente el negro que, según el propio pintor letón, terminaría por tragarse todos los colores. Sabemos que están envueltos en el bullicio del Manhattan neoyorkino, y la acción se desarrolla durante la creación de los murales Seagram mientras Rothko despotrica vehementemente contra el Pop Art mientras se ufana de haber pisoteado el cubismo, todo a ritmo de Mozart.
Pensar en Rothko es imaginar obras de gran formato que arropan toda la panorámica visual y envuelven a quien la mira por completo. La profunda meditación del artista, su extenso credo filosófico donde el arte y la religión se funden de manera insospechada y se refugian en bloques de color inmenso que son el germen de las emociones que marcaron la vida de su creador. Poco a poco el color se desgasta, el cuadro se vacía, y sólo queda el negro: la serpiente que muerde su propia cola. Sin embargo, el padrino artístico de la pieza es Jason Pollock.

Daniel Dannery explica la contrariedad de su dirección artística, ejecutada por Vladimir Sánchez: “En Rojo los extremos se tocan constantemente. Para Rothko, hablar de luz y oscuridad es hablar de la inmersión total espiritual que hay en la experiencia de hablar sobre luz y oscuridad. Lo que quise hacer con el montaje es un poco lo que el expresionismo: expresar la emoción interna de un personaje perturbado. Y es que en la obra de Pollock, hay más perturbación que la de Rothko, esta última es monástica. Para mí no estamos en el estudio de Rothko, estamos en su cabeza, y por supuesto, está atormentado. ¿Hay manera de atormentar a un hombre atormentado?”.
Seguramente la hay. El 25 de febrero de 1970, Oliver Steindecker encontró el cuerpo de Mark Rothko en medio de su propia sangre. El análisis forense reveló que la causa de la muerte había sido una sobredosis de barbitúricos aderezada con la sección de las venas del antebrazo. El artista tenía razón: la ausencia de rojo en su cuerpo terminó por matarlo.