Sin censura y sin tapujos, Nelson Garrido publica su primer libro
Editado por La Cueva, será bautizado en la ONG Caracas el próximo sábado 11 de febrero. Esfera Cultural conversó con él para conocer más sobre su vida y obra

No es sencillo establecer la profesión de Nelson Garrido. Por un lado es conocido como uno de los más importantes fotógrafos de Venezuela y, por el otro, como un innovador artista. Separar ambas venas de un mismo ser es complejo y no es necesario. Lo cierto es que a los 14 años, era alumno de Cruz-Diez, y un año más tarde, las imágenes que hacía ya adornaban portadas de libros y revistas. Posteriormente, en el 91, fue el primer fotógrafo en obtener el Premio Nacional de Artes Plásticas.
Obtuvo ese reconocimiento por una fotografía puesta en escena que, como el resto de su obra, tiene como tema central el sexo, la violencia y la religión.
Este hacedor de imágenes, como él mismo se define, presenta de la mano de La Cueva Casa editorial, su primer libro donde muestra una recopilación de sus trabajos desde 1968 hasta la fecha actual.
“En momentos donde el pensamiento único impuesto por el Gobierno cada día se hace más radical, estos espacios de resistencia son importantes. Sacar este libro es lo que llamo resistencia activa contra la oscuridad”, apunta el fundador de la Organización Nelson Garrido, un espacio cultural autogestionado donde se conjugan diferentes actividades relacionadas con el arte y con especial énfasis en la fotografía.
La forma trasngresora en la que Nelson Garrido muestra el mundo, le ha generado algunas trabas para la fabricación de obras semejantes. “He tenido varios intentos de libros nacionales e internacionales donde siempre se planteaba las fotografías que podían o no salir, mientras que este fue hecho con total libertad y sin ningún tipo de censura, gracias a la editorial y a Diana Vilera (directora de La Cueva) que me permitieron hacer el libro que yo quería hacer”, indica.
El trabajo de selección para la publicación estuvo apoyado por su hija, Gala Garrido y por el investigador y curador de arte, Gerardo Zavarce, quien escribió el texto de introducción del libro.
“Fue arduo. Con Zavarce se hizo la selección tras ver todas y cada una de las imágenes, sacar las icónicas como El cochino levitando, Rintintín después del ataque comanche, Caracas Sangrante, y escoger las más representativas, fue todo un reto que duró aproximadamente dos años”, comenta Garrido y explica que la meta era crear una especie de “gramática” de todo su trabajo.

El ojo maleducado
Los comienzos de Garrido, quien sin pedantería alguna sea quizás el poseedor del archivo fotográfico más importante sobre cultura popular de Venezuela gracias a su trabajo documental con la Fundación Bigott, fueron muy distintos al de otros personajes de su generación.
“A finales de los años 60 yo vivía en Francia, lo que me dejó un ojo ansioso de ver y ver”, expresa. Allí fue alumno del maestro Carlos Cruz-Diez, quien lo sumergió en el mundo de la imagen con tan solo 14 años.
“Al llegar a Venezuela, de adolescente, en vez de irme a recorrer mundo, me fui a vivir a Carapita por diez años, y entrené mi ojo para ver lo exótico y lo popular que tenemos por dentro. Esto se convirtió en la columna vertebral de mi trabajo”, relata con soltura.
Luego de una década viviendo en el barrio, viajó nuevamente por Europa para mejorar ciertas técnicas y ordenar algunos espacios confusos de su formación. A su regreso, el mismo Garrido afirma que empezó a “maleducar” sus ojos. “Fui rompiendo con mis esquemas, creando una dinámica entre mi ojo paranoico documentalista y el esquizofrénico estético, logrando ver otras posibilidades”, dice.
Las puestas en escena que Garrido logra desarrollar durante toda su carrera, las aprendió en Chile y luego las trajo a Venezuela de la mano de César Rengifo. Esta las acompaña de un carácter irreverente que empieza a notarse desde chico. “Recuerdo que desde niño, cuando estudiaba en colegios de curas, observaba la estatua de la Virgen María y decía ´¡Coño! pero si la virgen esta buenota, tiene unos senos hermosos´. Esto, junto a muchos otros elementos me fueron acercando a lo erótico, al sexo como medio de expresión visual”, relata Garrido.

La gruta de la virgen (2009) es el ejemplo de esa mezcla estética que Nelson Garrido expresa de forma clara, explícita y sin tapujos. Allí reúne todos esos códigos sociales, específicamente los elementos religiosos, sexuales y populares de la contemporaneidad criolla.
Premio a la irreverencia
Garrido ha comentado en otras oportunidades la sorpresa que le causó recibir el Premio Nacional en el 1991. “Siempre he tenido una posición muy crítica frente a las instituciones de arte en el país. Ni siquiera participo en salones, no asisto a las inauguraciones, ni a los premios de quienes se creen el mojón de ser iluminados por deidades que pretenden saber todo del arte”, expresa de forma tenaz.
Con el mismo aplomo se enfrenta al hecho de la siguiente forma: “Primero respeto mucho al arte y segundo a mi lenguaje. Paradójicamente gané el Premio Nacional de Artes Plásticas con un trabajo fotográfico, lo que me dio licencia de hablar mal del premio, quemarle las puntas, llenarlo de sangre, abrirle huequitos”.
“Uno puede vivir del mojón de ser artista, pero lo grave es creértelo, dártelas de trascendente dictando pautas, modismos y ética, por eso, entre vivir del mojón y creerte el mojón es una vaina casi religiosa”
Lo que se viene
Nelson Garrido continúa trabajando en sus códigos de lectura de la realidad venezolana porque es lo que más le afecta. “Tengo una relectura del libro a través de sus maculas (pruebas de imprenta) con imágenes como la de El cochino levitando con Simón Bolívar y todas esas maravillas a las que he llamado Fotos Inmaculadas que pretendo exponer en la galería El Anexo en San Bernardino entre marzo y abril de 2017”, asegura.

Sobre otras temáticas de su trabajo, el fotógrafo expresa que tiene un proyecto en la mira: “Estoy empezando a nivel embrionario, a hacer fotografía sobre los linchamientos. Me preocupa mucho ese problema, más cuando el país se está acostumbrado a esta práctica apoyada socialmente y me parece una degeneración de la violencia que hay en Venezuela”.
Según refiere, la estética de su fotografías está muy influenciada por la obra de Jheronimus van Aken, mejor conocido como El Bosco, pues tal como él lo afirma, sus fotografías son totalmente pictóricas. Mientras que en la imagen fotográfica, son el norteamericano Joel-Peter Witkin y los venezolanos Luis Brito y Ricardo Armas, personas fundamentales en su formación como fotógrafo, y por supuesto Cruz-Diez.
“Yo no soy fotógrafo. De hecho odio las cámaras fotográficas, soy un hacedor de imágenes, hago escultura, serigrafía, lo que sea, pero lo hago como un hacedor de imágenes ”
El también autoseñalado “neciólogo o experto en necedades”, dice que la fotografía, igual que la pintura, es una herramienta de expresión, pero va más allá de las palabras y usa las imágenes. “El hombre siempre se expresará con el pincel, con la cámara fotográfica análoga o digital, con el celular, con el lápiz, con la grabación haciendo cine, pero para mí lo importante de analizar son las necesidades de expresión del hombre”, indica.
“La gente se limita a la herramienta, pero igual que las computadoras, estas cambian, lo importante es el pensamiento. No cómo lo hagas, sino qué dices, y eso nunca va a acabar”, asegura Garrido.
Y si la fotografía no desaparecerá tampoco él. “Yo no me retiro ni me retiran. Hay Nelson pa´ rato. Me divierto mucho con lo que hago, con la docencia en la Organización Nelson Garrido (ONG) que me ocupa una gran parte de espacio, con mi obra”, dice sobre su trabajo.
“Yo hago siempre lo que me da la gana y pienso seguir haciendo lo que me guste toda la vida”

Su espacio-tiempo
Nelson Garido ama, en primer lugar, a Caracas y a París, la relega en el segundo puesto. Dice que aunque la capital venezolana esté “salpicada de sangre”, de ella no lo bota nadie. “En Caracas me van a enterrar”, advierte.

Se considera totalmente un inculto musical, mientras que en la lectura sus favoritos son Roberto Bolaños con Detectives salvajes, Necrópolis de Santiago Gamboa, Enrique Vilas-Matas, Mario Bellatin y Sergio Pitol.
Para Garrido, la actualidad política del país le hace ver cada día más lejana la posibilidad de una reconciliación. “Cuando hay una imposición de un pensamiento único, hablar de pacificación, hablar de unión con un mazo en la mano es muy difícil”, sentencia.
Otra de las cosas que el polifacético Garrido hace es participar como editor por Venezuela en la revista de fotografía Latinoamericana El sueño de la razón, proyecto que conjuga con su trabajo dictando talleres en San Cristóbal, Maracaibo, Mérida, entre otras ciudades venezolanas.
“Mi recomendación para quienes comienzan a hacer fotografía es primero la pasión, pasión y honestidad son dos cosas fundamentales, sin honestidad no se puede lograr nada que tenga sentido, la constancia y no mojonearse”.
Finalmente, informó que la ONG cuenta con una sede en Buenos Aires (Argentina), una próxima a inaugurar en Santo Domingo (Rep. Dominicana) y en México. El bautizo del libro de Nelson Garrido se realizará este sábado 11 de febrero a las 6:00 pm en la ONG Caracas, ubicada en la Av. María Teresa Toro, Residencias Carmencita, Las Acacias.












