Thea Segall plasma la Venezuela autóctona en fotos en blanco y negro
La muestra, en homenaje a la vida y obra de la artista rumano-venezolana, se exhibirá en la Sala TAC del Trasnocho Cultural hasta el 28 de enero de 2018

Entrar a la sala de exhibición es viajar al universo de Thea Segall Rubin. El estilo cinematográfico y testimonial de sus fotografías en blanco y negro, y sepia, interviene las blancas paredes. El espectador entra en la intimidad de su estudio, la luz es tenue, se rodea de sus 47 publicaciones editoriales, se sienta en un banco de madera y observa en una pantalla una entrevista que le realizaron a la fotógrafa en los años 80. Escucha su, voz grave y parsimoniosa, y observa sus acuciosos ojos azul cielo, los mismos que durante más de cinco décadas se dedicaron a retratar, en fotosecuencias, a los pueblos originarios venezolanos. “No me bastarían cinco vidas para fotografiar todo lo que quiero”, reza una cita de Segall en la entrada de la Sala Trasnocho Arte Contacto (TAC), del Trasnocho Cultural, donde desde el 29 de octubre se exhibe la exposición Thea Segall. Tiempo, memoria e imagen.
La muestra, conformada por materiales fotográficos emblemático e inéditos, y un compendio de documentos, reconocimientos y fotografías personales de la artista de origen rumano, estuvieron bajo la curaduría de Yuri Liscano y la puesta en escena del museógrafo, Pedro Quintero. “Tuve el privilegio y la oportunidad de meterme en el archivo de Thea y comenzar a darle vida a una cantidad de documentos e imágenes que estaban ahí resguardados”, afirma Liscano.
Segall llegó al país a los 29 años y se enamoró de esta tierra. La fotógrafa, nacida en la ciudad de Burdujeni, Rumania, motivada por conocer la luz del trópico emprendió un largo viaje hasta Venezuela en 1958 -sin saber hablar castellano-. “Quedó cautivada por la selva venezolana pero, sobre todo, por su gente”, aclara el gerente de la TAC, Felix Suazo, quien además explica que uno de los grandes aportes de la creadora fueron sus registros, de corte etnográfico, de los modos de vida y las tareas cotidianas de los pueblos originarios. “De allí surgieron series muy importantes y reconocidas como Curiara, Tambor, Casabe y muchas otras que le dieron a ella una gran notoriedad como fotógrafo”, continua Suazo.

Dejando archivo para las próximas generaciones
Curiara, una de sus foto secuencias emblemáticas, es la primera de la muestra al entrar a la sala. Las series de 15 imágenes, tomadas en 1969, de la selva amazónica y la interacción de la comunidad yekuana, registran, paso a paso, la elaboración de una curiara –embarcación indígena- con un ritmo narrativo que inmortaliza las costumbres de esa etnia y dan cuenta del interés de Segall de poner a Venezuela en el centro de su imagen.
“En esta exposición incluimos unas foto secuencias que no se habían publicado nunca: Alfarería, Lana, y Arepa. Además, Thea tenía muy en claro el trabajo editorial y la trascendencia de publicar libros, por eso incluimos sus más de 40 publicaciones. Muchos documentos también acompañan la exhibición, están sus carpetas de contactos, bocetos de libros, maquetas de libros, catálogos, fragmentos de entrevistas y documentos del Estudio Fotográfico de Thea –fundado a finales de los años 50 y ubicado en Sabana Grande- que fue otra de las facetas que desarrolló durante muchos años”, cuenta el curador.
“Tiempo, memoria e imagen” muestra las destrezas de antropología visual de Thea Segall, a través de las imágenes secuenciales que capturó durante sus viajes a la isla de Margarita, Barlovento, la península de Araya y, por supuesto, la exótica selva amazónica.

Asimismo, la exposición revela los sentimientos de la creadora ante un país que la acogió hasta su fallecimiento en 2009, y a quien afirmó amar casi hasta el llanto. “Cuando toco esas calientes arepas de tierra con que se hacen los ranchos y esas grandes lunas que se llaman casabe yo sé que estoy tocando a la distancia el barro de unas manos, el color de mis manos”, puede leerse en una de las citas de Segall que acompañan la muestra, que resulta una suerte de viaje a su imaginario de la cultura autóctona venezolana.
La disposición de cada una de las series, la iluminación y las intervenciones textuales, así como el diseño inspirado en el estudio de Thea Segall en el que el público podrá disfrutar de un espacio íntimo y de reconocimiento al trabajo de la también editora y fotorreportera, estuvo a cargo de Pedro Quintero. “Aquí podemos encontrar formatos costosísimos como lo son el tipo 6, el 4×5, y el 35mm”, explica Quintero, mientras señala las foto secuencias de Segall. “Me siento orgullosísimo de haber diseñado la puesta en escena. Para mí es un honor, un granito de arena, para su muy merecido homenaje”, resalta el museógrafo.
A cada una de las piezas las caracteriza una sorprendente calidad y nitidez, como si fueran imágenes tomadas en la actualidad. “El tema de la conservación de las fotografías es complejo de explicar. Pero sin duda un primer paso es tener una muy buena copia y que esa copia esté bien fijada, después vienen cuidados de almacenamiento, de no ponerle ningún pegamento, de protegerlas de la luz”, dice Liscano.

–¿Por qué se hace necesario dar a conocer el trabajo de Thea Segall en este momento?
–El trabajo de Thea Segall –dice el curador y fotógrafo Yuri Liscano- es un aporte muy importante y trascendente en la cultura venezolana. En ese sentido, además de la exposición, elaboramos un catálogo, una suerte de memoria de la vida y obra de Segall, donde también se muestran los procesos artesanales de la elaboración de distintas cosas en el país, que ella retrató. Sin duda, en su obra queda plasmado un proceso de cómo se hacían las cosas en el pasado. El trabajo de Thea, sobre todo el que tiene que ver con pueblos originarios del sur del país, es un trabajo de corte antropológico y de corte etnográfico. Tiene mucho de antropología visual pero también etnográfica porque se centra en grupos indígenas específicos, como los yekuanas y maquiritare. Pero después también hay otras cosas que no tienen que ver con comunidades indígenas, dentro de un trabajo muy amplio”.
La exhibición estará abierta al público en la Sala TAC, del Trasnocho Cultural, hasta el 28 de enero de 2018, de miércoles a sábados a partir de las 10:00 am, martes y domingos a partir de la 1:00 pm. En ese marco se llevarán a cabo visitas guiadas, así como varios foros para reflexionar sobre la trayectoria y vigencia de la autora con la participación de fotógrafos, investigadores y diseñadores gráficos.
















