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Tríptico de silencio, derrota y sabiduría: bocetos en torno a Rafael Cadenas

Sobre los silencios del poeta Rafael Cadenas, sus palabras, clases magistrales, revelaciones, poesías, fracasos y su anhelo de vivir en la poesía, encarnar en ella y sobre otros maravillosos contenidos, diserta hoy, Fedosy Santaella en el siguiente artículo

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Pausa sabia

Ya Marina Gasparini lo dijo en otro texto[i]. Yo esperaba escribirlo algún día, pero me alegra mucho que mi apreciada Marina se me adelantara. Sin embargo, permítanme contarlo.

Recuerdo sus pausas. Sus silencios sabios. Era quizás el año de 1993, y el poeta Rafael Cadenas dictaba un curso de lecturas sobre Rubén Darío en la Escuela de Letras de la Central. Recuerdo claramente el primer día de clases. Cadenas entró en silencio y se sentó frente a sus seis o siete alumnos. Se sentó sí, puso un librito sobre la mesa, y fue silencio. No nos miraba, no miraba ningún lugar del mundo. Miraba hacia adentro, esa fue la sensación que tuve, que miraba hacia adentro. Entonces el poeta dijo: «Sí…», y volvió a callar, por un buen rato. Estoy seguro de que Cadenas sabía lo que quería decir. Me explico: no buscaba qué decir, sino que, como todo poeta, buscaba las palabras para decir, las palabras que dijeran mejor la poesía de Rubén Darío sin fracasar en el complejo intento. Luego Cadenas nos dio una magnífica clase, a nadie que le quepa duda. Esa clase, el seminario entero fue magnífico. Y su silencio sabio siempre estuvo allí, siempre. Ese silencio que dice mucho del poeta, de su poesía, de su modo de vivir la vida.

 

Silencio de la duda

Ver a Cadenas es temerle. Usted dirá, pero si Rafael no tiene nada de terrible. Pues yo le temo. Le temo a su silencio, a su silencio sabio. El silencio es de respetar y de temer porque pertenece al universo de la poesía. Pero el silencio, a su vez, también respeta y teme, porque duda de las palabras, porque comprende que nunca son suficientes. Nunca ningún poeta, ni el más grande, alcanza por completo la magnitud de la poesía. De allí el silencio, el silencio que duda ante las revelaciones de la poesía. Leemos así a Cadenas en alguna parte de Cuadernos del destierro: «Yo nunca supe si fui escogido para trasladar revelaciones».[ii]

Sí, revelaciones, porque la poesía no está en el poema. La poesía está allá afuera, y no voy a decir esperándonos, porque la poesía no espera a nadie. Dirá Cadenas en Amante[iii], ese conjunto de poemas que declaran su servidumbre a la poesía:

 

ella espera

sólo

a

nadie

 

La poesía es una corriente, un clima quizás, por encima de todos los climas. Una brisa suave con la belleza de un viento huracanado. La poesía despeina y arrasa como un devenir, como el salitre.

Cadenas tiene ese silencio, el silencio de aquel que calla ante la poesía. El poeta es Sísifo, intenta hablar la poesía en el verso, y siempre falla y calla, y vuelve a intentarlo sobre la pendiente del lenguaje. Anota Cadenas en alguna parte de Recuento[iv]: «La palabra no es el sitio del resplandor, pero insistimos, insistimos, nadie sabe por qué».

El poeta, en ese aspecto, es el más valiente los valientes, y el más terco de los que fracasan y vuelven a intentar el fracaso, sabiendo incluso que la batalla está perdida de antemano. Pero a veces esos fracasos alcanzan niveles supremos de la palabra, y entonces, ese fracaso se trasmuta en magnífica poesía. Cadenas, es obvio, es un ejemplo supremo de ello.

Créditos de la fotografía: Marcos Míguez para La Voz de Galicia

El don de desaparecer

Del silencio al vacío, a ser poeta que fluye en la poesía. Cadenas tiende hacia las pocas palabras, hacia cada vez menos palabras, en la vida y en la poesía, que al final resulta en él lo mismo. Quizás un día gane la batalla más íntima de los poetas: dejar de escribir y vivir la poesía, ser en la poesía. Vivir poéticamente[v] es la forma más perfecta de hacer y estar en la poesía. Leemos a Cadenas en alguna parte de Una isla:[vi]

 

Si el poema no nace, pero es real tu vida,

eres su encarnación.

Habitas

en su sombra inconquistable.

Te acompaña

diamante incumplido.

 

Ser poeta, para Cadenas, es practicar una forma de vida que busca un cierto vacío, de reminiscencias zen, me atrevería a decir, donde el poeta anhela estar, no en las palabras, sino más bien en la ausencia de ellas, en el vacío, en una nada esplendorosa, en la plenitud de la vida. Escribe Cadenas en alguna parte de Intemperie:[vii]

 

Hazte a tu nada

plena.

Déjala florecer.

Acostúmbrate

al ayuno que eres.

 

Que tu cuerpo se la aprenda.

 

También, en el mismo poemario leemos casi de inmediato, el siguiente poema:

 

Vida

arrásame,

barre todo,

que sólo quede

la cáscara vacía, para no llenarla más,

limpia, limpia sin escrúpulo

y cuanto sostuviste deja caer

sin aguardar nada.

 

En «Las paces», un poema clasificado entre los inéditos en la edición de Poemas selectos (Bid & Co.), leemos ya al final:

Poema,

apártame de ti.

 

El poeta ha llegado a un acuerdo con el poema: ese acuerdo es un poco esa búsqueda de Cadenas y esa conciencia de fracaso: la poesía rebasa al poeta, y el poema, como forma ideal, es algo más grande, mucho más grande que nunca logra ser dicho por completo en la realidad de la hoja.

Rafael Cadenas, paradójicamente, en la conciencia de la derrota y del fracaso ante la poesía, ante la necesidad de ir vaciándose de ese deseo, se ha convertido, en nuestros días de famas fa presto, en una figura perenne, imborrable, sin malabarismos del lenguaje, sin fuegos artificiales. Cuando usted, si intenta escribir poesía, sienta que sus palabras pesan, que sus palabras son como ladrillos, como torres de ladrillos, cuando sienta que su poesía es más un laboratorio de enredos que un flujo de ritmos realmente acompasado a la poesía, entonces lea a Cadenas. Y aprenda.

 

[i] Marina Gasparini. «El profesor Cadenas». En: http://historico.prodavinci.com/2016/06/09/artes/el-profesor-rafael-cadenas-por-marina-gasparini-lagrange-homenajeacadenas/

[ii] Ibíd.[iii] Rafael Cadenas. Antología 1958-1983. Prólogo y selección Luis Miguel Isava. Monte Ávila editores (Caracas, 1991).

[iv] Ibíd.[v] Sobre el vivir poéticamente, remito a este magnífico ensayo de Armando Rojas Guardia:

http://historico.prodavinci.com/2013/10/20/artes/que-es-vivir-poeticamente-por-armando-rojas-guardia/

[vi] Rafael Cadenas. Poemas selectos. Bid & Co. (Caracas, 2009).

[vii] Rafael Cadenas. Antología 1958-1983.