Violencia en las protestas también llegó a talentos artísticos
Un cantante, un músico y un bailarín recibieron agresiones por parte de los cuerpos policiales, durante las protestas de esta semana en Caracas

La noticia se hizo viral en pocas horas. La policía había detenido a un músico de la Orquesta Sinfónica de Chacao este martes 4 de abril durante la manifestación opositora en la Avenida Libertador de Caracas. Se trataba de Frederick Ortiz, un joven cornista de 21 años de edad, que estuvo en el lugar preciso, en el momento equivocado.
Así como él, otras personas que practican disciplinas artísticas en nuestro país han sido amedrentadas durante las protestas de esta semana. Reinaldo May Pérez, bailarín coreógrafo y director de la academia de danza Ímpetu, y Víctor López, tenor y director de su propia academia de canto, fueron violentados mientras ejercían su derecho a la protesta. Aquí nadie se salva.
El estuche en el que Frederick Ortiz llevaba su instrumento, causó gran alarma entre los efectivos de seguridad que reprimían la manifestación. Creyeron que cargaba un arma pero no sabían que ese embalaje expelía melodías y talento.
Sus familiares, amigos y la sociedad civil en general se pronunciaron por las redes sociales para rechazar el acontecimiento y pedir su libertad luego de que lo reconocieran en la foto que inmortalizó el instante en el que se lo llevaban. Afortunadamente, horas más tarde, regresó a casa. En solidaridad con él, la Alcaldía de Chacao suspendió un concierto pautado para el día siguiente y a raíz de los hechos, diversos medios han intentado contactarlo. Se niega a declarar.
Según sus allegados, Ortiz es un melómano nato. Es un prodigioso músico que se formó, como otros tantos, en las filas del Sistema de Orquestas. Diariamente trasciende barreras con los sonidos que emite su corno y de esta forma extrapola a otros cosmos a quienes escuchan su trabajo.
José Ángel Castillo, miembro de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas asegura que el joven tiene talento de sobra. “El corno ya de por sí es un instrumento complicado”, refiere el músico pero afirma que Ortiz “es mano de obra calificada tanto nacionalmente como en el extranjero”. Castillo aseveró que tanto él como el gremio de los artistas le ofrecen todo el respaldo que necesita para enfrentar esta desagradable situación. “Es un joven talentoso y sé que este impasse lo hará madurar más como persona, como cornista y también musicalmente, porque talento tiene de sobra y lo certifico”, concluyó.
Una voz estrellada
Víctor salió a luchar por su país el mismo 4 de abril. Así lo sostiene cuando habla de la protesta a la que asistió ese día, esa en la que recibió un golpe en la cabeza y tragó gas parejo. Hoy, tiene cinco puntos en la frente pero para él “es parte del costo que uno tiene que pagar cuando lucha por sus ideales”. Relata que mientras protestaba, los funcionarios lanzaron bombas lacrimógenas tipo C y uno lo golpeó con un tubo. Sin embargo no se lamenta. Está con Dios y es lo importante.

Desde muy temprana edad López empezó un periplo por el arte de los sonidos que no ha soltado. Hoy tiene su propia academia de canto pero se ha enfrentado a muchos traspiés en sus casi 60 años de vida. Empezó tocando cuatro, luego violín y posteriormente se hizo cantante lírico. Esa pasión la descubrió un día que iba por la mezzanina que conecta la Teresa Carreño con Parque Central cantando Besos en mis sueños y uno de sus maestros de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar lo escuchó. Le preguntó por qué no se dedicaba al canto si tenía una buena tesitura, un bonito color de voz y le podía sacar potencial.
No tardó mucho en hacerle caso y así fue a estudiar en el Centro Escuela de Ópera de Caracas. Posteriormente ingresó al Taller de Ópera Permanente y paulatinamente ascendió hasta el estrellato. En 1984 quedó como finalista del Primer Concurso de Canto “Luciano Pavarotti”. El mismísimo Pavarotti le dijo: “tienes una voz muy hermosa, pero debes estudiar más”.
Esto le abrió las puertas a ser el primer venezolano en pisar la Academia Internacional de Artes Vocales en Filadelfia, donde recibió clases del tenor Vahan Kanzadian y la soprano Norma Newton. También realizó talleres en Nueva York con la maestra Marlena Malas y el maestro Vashed Pazdera.
Volvió a Venezuela para seguir triunfando en el Teatro Teresa Carreño donde se presentó 27 temporadas ininterrumpidas. Cantó allí hasta 1999 cuando por razones, netamente políticas, lo despidieron junto a muchos otros. Años más tarde se presentó en un varios conciertos de Un mundo sin mordaza evento musical crítico con el Gobierno. Eso le significó un veto en cualquier evento financiado por el Ministerio de Cultura o sus entes, según denuncia.
Víctor López ha sido merecedor de premios como el “Metropolitan Ópera House” de New York, finalista de los concursos de canto “Parkinson” en Estados Unidos, “Bel Canto Competition” y “Francisco Viñas” en España. También fue laureado por su excelencia por la Fundación Guntauker; obtuvo un Botón de Oro de la Escuela Nacional de Música “Juan Manuel Olivares” y fue nominado a mejor cantante por una revista de Pensilvania. “Ahorita uno hace ópera, más por el sentimiento que uno le puede transmitir al público, que por el dinero”, aseguró a Esfera Cultural. Sus ansias por tener una Venezuela mejor, aún lo persiguen y no lo detienen.
Con más ímpetu que fuerza
Reinaldo May Pérez es un bailarín profesional oriundo de San Cristobal, estado Táchira que vive desde hace mucho tiempo en Caracas. Este 6 de abril experimentó una mezcolanza de sentimientos, muchos de ellos negativos, luego de que policías nacionales lo golpearan salvajemente y robaran sus pertenencias. ¿Las razones? estaba marchando. “Los golpes no duelen y lo material se recupera. Duele ver la descomposición social en la que vivimos, que quienes deben defenderte te hagan daño”, dijo a Esfera Cultural.
May empezó a bailar a los 20 años y tanto su voluntad como su pasión hicieron que evolucionara precipitadamente dentro de la danza. Primero fue alumno, luego profesor y ahora a sus 29 años, forma parte de los directivos de la Academia Ímpetu de La Castellana y San Román. También estudió ingeniería en telecomunicaciones en la Universidad Católica Andrés Bello, pero no la ejerció porque la danza lo envolvió por completo.
Sus conocidos dan fe de la calidad humana que tiene y de cómo “trata a sus alumnas con una dedicación increíble”, pero lo más importantes es que fue un talento labrado dentro de un campo difícil como lo es la danza.
“Vivir en carne propia la bestialidad de los guardias y los policías nacionales es otra cosa. Escuchar cuando ya te tienen montado en la moto, cuando ya te han dado golpes diciendo ‘pásalo por aquí para casquearlo’, como si fuera una piñata. Que aún cuando uno de ellos les dijese: ‘déjalo quieto que el no estaba haciendo nada’ y luego de ver lo que tenía en el bolso, puras medicinas, vinagre y pasta dental; me robaran todo hasta mis lentes de visión”, escribió May sobre la experiencia.
Esta experiencia no paralizó su espíritu indómito: “Aunque nos repriman salvajemente, yo seguiré luchando por mi Venezuela”. Sabe que pasaran años para que se reforme la sociedad y el país, pero seguirá en las calles hasta ver un cambio sustancial.
“Desde el 2014 cuando empezó a salir a las calles de Caracas no veía a tanta gente unida luchando por un mismo propósito, una Venezuela sin yugos y llena de esperanza. Ya no eran solo estudiantes, sino mujeres, personas de todos los estratos y de todas las edades”, relató cuando hacía alusión a la parte positiva de la protesta de este jueves. Eso sí aprovechó para asegurar: “Voy de nuevo y sin miedo por un mismo propósito”.